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Que Significa El Nombre De Jesús?

Que Significa El Nombre De Jesús
Jesús significa ‘Yahveh es salvación’ ​ Yahveh es el nombre propio más frecuente en el Tanaj para Dios en el judaísmo, y por extensión en las religiones judeocristianas.

¿Que qué significa el nombre de Jesús?

Por Jean-Paul Hernández SJ El 3 de enero, la Compañía de Jesús celebra la fiesta del “Santo Nombre de Jesús”. Le pedimos al P. Jean-Paul Hernández SJ, teólogo, que presentara las raíces bíblicas de esta fiesta y su importancia para los jesuitas. En la tradición judía el nombre de Dios no puede ser pronunciado porque decir el nombre de alguien ya es hacerlo presente, definirlo, de alguna manera poseerlo; y Dios no puede ser definido ni poseído.

Incluso hoy en día las cuatro letras que componen el Santo Nombre (יְהוָֽה) no se pronuncian según su forma fonética (“Yahweh”) sino que se sustituyen en la lectura por las palabras “Adonai” (“Señor”). De esta manera se preserva la identidad in-finita de Dios. Pero el hecho de que este nombre no pueda ser pronunciado, como una especie de “tabú obsesivo”, ha dado lugar a una serie interminable de intentos de expresarlo sin pronunciarlo nunca.

Los Salmos son un ejemplo significativo, pero podemos decir que toda la Sagrada Escritura es un “circunloquio del Nombre de Dios”. El “Nombre” es como el ojo de un “ciclón de creatividad” que también dio origen a las fiestas de Israel, sus costumbres y, en última instancia, su propia historia.

La misma palabra “Judea” viene de la raíz “jada” que significa invocar, proclamar, confesar, donde el objeto implícito es evidentemente el Nombre de Dios. Israel es ese pueblo cuya identidad consiste precisamente en proclamar el Santo Nombre. Por lo tanto, a menudo en la Biblia hebrea Dios llama a Israel “gente marcada con mi nombre”.

Podríamos decir: Israel existe para proclamar el indecible nombre de Dios. El capítulo 3 del Éxodo cuenta cómo Dios revela su nombre a Moisés: “Yo soy el que soy” (En hebreo: “Hehye asher hehye”). Esta expresión suena como una especie de “no nombre” o incluso una negativa a ser nombrado.

  1. Es como si Dios hubiera dicho: Soy “totalmente Otro” y por lo tanto no tengo un nombre como los otros nombres; mi identidad no es “circunscribible” en un sonido, descriptible por un nombre, sino que es idéntica sólo a sí misma.
  2. Al mismo tiempo, la raíz hebrea que traducimos como “Yo soy” es la raíz que indica “fidelidad”.

No es un “yo soy” de color “filosófico”, como a veces se ha interpretado en el Occidente cristiano. No es “Yo soy” o “Yo soy la raíz metafísica de la existencia”. Pero más bien, “Yo estoy ahí”, o “Yo soy el que siempre está contigo”, que “está ahí”. El nombre de Dios, su identidad más íntima, es la capacidad de hacerse presente, de estar con.

Así que la entrega del Nombre coincide con su significado. Podríamos decir: Dios entrega su propia identidad. Es de nuevo en el Sinaí que Dios hace su nombre más explícito a Moisés, que ahora dirige a todo el pueblo: “Entonces el Señor bajó en la nube y se puso a su lado y proclamó el nombre del Señor.

El Señor pasó delante de él proclamando: “El Señor (יְהוָֽה), el Señor (יְהוָֽה), Dios misericordioso y clemente, lento para la ira y rico en gracia y fidelidad” (Ex 34:5f.). Estos últimos “aposiciones” al tetragrama se forman como un primer círculo alrededor del ojo inaccesible del “ciclón creativo” del Nombre de Dios.

  • Son intentos de “decir quién es Dios”, pero ya son intentos parciales.
  • Las palabras hebreas son: “rhm” que traducimos como “misericordioso” pero que se refiere a las “entrañas maternas”, “hen” que describe el gesto de mirar hacia afuera y que podemos traducir como “benevolente” o “piadoso”, “hesed” que traducimos como “gracia” y que también es compasión y bondad en una relación, y “emet” que significa “fidelidad”, “verdad”, “honestidad”.

Pero este Nombre no se puede pronunciar “En vano”, es decir, sólo se puede pronunciar con la vida. En la lucha con Dios descrita en Génesis 32, Jacobo había pedido a la misteriosa presencia: “¡Dime tu nombre!” (Gen 32:30). La respuesta divina fue: “Y aquí lo bendijo”.

Jacobo emerge radicalmente cambiado de este encuentro con Dios de quien había querido “arrebatar” el “Nombre”. De hecho, Jacob salió con un nuevo nombre: “Israel”. Podemos decir: el Nombre de Dios es el único nombre que cambia la identidad de quienes lo pronuncian. En la historia de Israel, este nombre podía ser pronunciado una vez al año por el sumo sacerdote que entra durante el “Yom Kippur” (día litúrgico de “expiación”, es decir, de “perdón”) en el “Debir” (“sancta sanctorum”) del Templo.

Frente al arca pronuncia el Tetragrama cuyas letras se conservan en el interior del arca. Y del espacio vacío que queda entre los dos querubines sobre el arca, Dios, hecho presente por el nombre pronunciado, responde. Por lo tanto, el templo entero es repetidamente descrito en la Biblia como “el lugar que Él eligió para que Su Nombre habite”.

  1. Dios de alguna manera “habita” en el Templo a través de su Nombre que es una especie de “presencia hipostática” de Dios.
  2. Pero para Israel este mismo nombre es también la “figura” de toda la creación: “Oh Señor, Dios nuestro, cuán grande es tu nombre en toda la tierra” (Sal 8, 2.10).
  3. Por lo tanto, el Templo representa “el mundo entero”, ordenado alrededor del Nombre.

Si el Nombre de Dios es la presencia fiel de Dios, la revelación de la identidad misma de Dios, y al mismo tiempo la figura de toda la creación, no debería sorprendernos que el cristianismo primitivo atribuyera a Jesucristo todo lo que Israel había atribuido al “Nombre”.

En una homilía anónima del siglo II leemos: “Ahora el nombre del Padre es el Hijo”. Y ya en el Evangelio de Juan, todas las palabras de Jesús que comienzan con “Yo soy”, son una alusión al Nombre de Dios, revelado por Jesús en sus diferentes acciones como en las diferentes facetas de un prisma. En la Carta a los Filipenses tenemos un pasaje fundamental que marcará la espiritualidad cristiana para siempre.

En el capítulo 2, Pablo cita un himno cristológico que recuerda la Resurrección de Cristo con la metáfora “dadle el nombre que está sobre todo nombre” (Fil 2:9), que significa “dadle el nombre de Dios”, es decir, la identidad de Dios. Es una forma de decir: en la Resurrección se revela la identidad divina de Jesús.

Pero el texto continúa (v.10): “porque en nombre de.” Y el lector espera encontrar aquí la palabra “Dios”, o “Señor” (que es precisamente el “nombre sobre cualquier otro nombre”). Pero en cambio la sorpresa es que aquí leemos “.Jesús” (y luego el texto continúa con “que se doble toda rodilla, en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra”).

El texto opera así una sorprendente traducción de significado del nombre “Adonai” al nombre “Jesús”. Todo lo que el nombre de Dios siempre ha significado y causado, ahora lo hace el nombre “Jesús”. Este nombre dado al hijo de María ya era un nombre común entre el pueblo de Israel.

La tradición bíblica recuerda en particular a Jesús Ben Sirácida (el “Sirácida”), emblema de la Sabiduría, y a Josué, sucesor de Moisés. Las dos figuras convergen en Jesús de Nazaret, que para el Nuevo Testamento es la Sabiduría encarnada y el cumplimiento de la obra de Moisés. Es fácil para nosotros entender entonces cómo en Hechos de los apóstoles Pedro dice: “porque no hay otro nombre dado a los hombres debajo del cielo en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).

En el uso del verbo “salvar” hay una referencia explícita al significado hebreo del nombre de Jesús (Jeshua) que significa precisamente “Dios salva”. Por lo tanto, el nombre de Jesús ya es en sí mismo una oración de invocación y/o de acción de gracias.

  • La tradición, aún viva hoy en el Oriente cristiano, de la “oración del Nombre” se remonta a los primeros siglos, es decir, la repetición constante del nombre de Jesús, o de una fórmula de invocación que lo contiene.
  • La invocación “Señor Jesús, Hijo del Dios vivo, ten piedad de mí, un pecador”, y sus variantes, se llaman “oración del esichia”, es decir, de la “paz del corazón”.

También en la tradición litúrgica de los primeros siglos es “en el nombre de Jesús” que los catecúmenos son “bautizados” y que se celebran los misterios. Cuando el libro del Apocalipsis señala que los salvados llevan “el nombre de su Dios” en la frente (cf.

  • Apocalipsis 14:1 y 22:4), probablemente ya se refiere a la costumbre litúrgica de “marcar” a los bautizados con una “X”, la primera letra griega de “Christos”.
  • Enderezado, también dibuja una cruz.
  • De ahí la frecuente identificación entre el Nombre y la cruz, que permitirá a la Tradición litúrgica y artística (por ejemplo con el “estaurograma”) decir que el verdadero lugar donde Cristo revela su nombre, es decir, su identidad, es la cruz.

Es a finales de la Edad Media cuando la espiritualidad del Nombre de Jesús se desarrolla en Occidente. En primer lugar en el ámbito franciscano, gracias a la predicación de San Bernardino. El santo de Siena eligió las tres primeras letras griegas del nombre de Jesús, IHS, para elaborar objetos de devoción que reemplazaran la controversia heráldica de las familias.

  • Este “trigrama” ya era la abreviatura de “IHSOUS” en los manuscritos del Nuevo Testamento, donde el amanuense superponía una tilde o un guión ondulado, precisamente para indicar que “IHS” era una abreviatura.
  • Cuando a partir del siglo X los manuscritos griegos en “oncial” (escritos en mayúsculas) se convirtieron en “minúsculas” a partir del guion sobre la ihs se intersectó con el pentagrama vertical de la “h”, formando una cruz.

Así se recupera el entrelazamiento del nombre y la cruz. Es este tipo de “cruce de trigramas”, a menudo rodeado de rayos solares, el que desde el centro de Italia llega a otras partes de Europa Occidental. Y es en París donde Calvino y San Ignacio se encuentran.

  1. El primero lo convirtió en el escudo de armas de “su” ciudad de Ginebra.
  2. Este último comenzará a utilizarlo para marcar sus letras.
  3. Más tarde, el IHS se convertirá en el símbolo de la Compañía de Jesús.
  4. Además de su significado griego, también puede entenderse como la abreviatura latina de “Iesus Hominum Salvator” (Jesús Salvador de los hombres).

En un solo símbolo, por lo tanto, convergen una perspectiva griega, latina y judía (cf. “Salvator”). La cruz de la “H”, ahora también en mayúsculas, une siempre el nombre y la cruz, y los tres clavos representados a menudo abajo recuerdan la pasión de Cristo, pero también los tres votos religiosos de pobreza, castidad y obediencia.

  • Si Ignacio y los primeros jesuitas pudieron identificarse con este símbolo es porque habían elegido llamarse a sí mismos compañeros “de Jesús” y no “Iñiguistas” o de cualquier otra manera.
  • Es la persona misma de Jesús, su “Nombre”, es decir, su “identidad comunicada”, la que inflamó el corazón de Ignacio, la que es el punto de apoyo de los Ejercicios, la que une a los primeros compañeros, y la que se supone que es la única “palabra” de la Compañía.
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Es, como dice la fórmula del Instituto, “insigne por el nombre de Jesús”. Por lo tanto, el IHS es omnipresente en el arte jesuita, en los documentos oficiales y aún hoy en día en muchos de los “logos” utilizados por la Compañía. Como repitieron los primeros jesuitas, este Nombre “es más hermoso que el amanecer y la luz” y “nosotros los jesuitas debemos estar listos para dar nuestra sangre por este nombre”. Que Significa El Nombre De Jesús

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¿Cuál era el verdadero nombre de Jesús?

¿Nombre? Yeshua bar Yosef. ¿Fecha y lugar de nacimiento?, ¿Que habría respondido Jesús, ya de adulto, si un soldado romano, quizás para cumplimentar un censo, le hubiera hecho estas preguntas? Para la tradición cristiana, las respuestas son obvias. Jesús nació en Belén el 25 de diciembre del año 1 a.C., apenas seis días antes de que comenzara el año 1 de nuestra era.

Vayamos por partes. Para el mundo actual, se trata de Jesús de Nazaret o Jesucristo, Sin embargo, todas estas denominaciones son fruto de la tradición cristiana. Jesús es la versión griega del nombre original hebreo, Yeshua, Jesucristo supone la fusión de dos conceptos, el nombre propio y el de la palabra griega jristós, “ungido”, traducción a su vez del hebreo meshiah, que designaba al heredero al trono de Israel, que era ungido con aceite sobre su cabeza como forma de coronación.

Por su parte, Jesús de Nazaret indica el lugar de residencia o nacimiento (ya lo veremos), quizás incluso una especie de apodo si, en lugar de Nazaret, se entiende como Nazareno, Nazireo, Nazir, aquel que se consagraba a Dios mediante un voto personal y se comprometía a no cortarse el cabello, y a no consumir licor ni alimentos impuros, tal como se describe en Jueces 13, 4-7 a propósito de Sansón.

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Casa de la Virgen, Nazaret. Foto: Miguel Ángel Villanueva Cristóbal

Cuán nació Yeshua bar Yosef? Contamos como fuentes de información con los relatos de los dos Evangelios de la Infancia, el de Mateo (capítulos 1 y 2) y el de Lucas (Capítulos 1 al 3), y en ellos se nos ofrecen dos anclajes cronológicos: el primero, en Lucas 1, 5 y Mateo 2, 1, que Jesús nació en tiempos del rey Herodes el Grande (40-4 a.C.), y el segundo, en Lucas 2, 1-2, que coincidió con el censo que, en tiempos de Augusto, Quirino llevó a cabo en la provincia romana de Siria, y del que también tenemos noticias por Flavio Josefo, quien tanto en sus Antigüedades de los judíos XVII, 355 y XVIII 1.2.26.102, como en su Guerra Judía VII, 253, se refiere a él y destaca su carácter novedoso y sin precedentes.

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Capitel que representa a José (dudando), María (postrada en la cama) y el recién nacido junto al buey, la mula y la estrella. Iglesia de San Juan de Ortega, Burgos. Foto: Mario Agudo Villanueva

Sin embargo, la mención de este censo puede explicarse como un recurso de Lucas para explicar por qué José y María hubieron de marchar desde su lugar de residencia en Galilea hasta Belén, todo ello para hacer que se cumpla la profecía del nacimiento del Mesías en la ciudad natal del rey David (véase más abajo).

  • Además, esta fecha se contradice igualmente con otro dato que nos ofrece el mismo evangelista, a saber, que Jesús tenía unos treinta años cuando comenzó su predicación ( Lucas 3, 23).
  • Asumiendo que su predicación duró unos tres años, y que fue crucificado siendo gobernador de Judea Poncio Pilato (26-36 d.C.), deberemos situar su nacimiento entre los años 7 a.C.

y 3 d.C., lo que, en las fechas más bajas nos sitúa en el reinado de Herodes pero en ningún caso lo ponen en relación con el censo de Quirino.

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Escena de la Anunciación y de la Visitación de la iglesia de San Juan de Ortega, Burgos. Foto: Mario Agudo Villanueva

Pese al relato del milagroso nacimiento en Belén que podemos leer en Mateo y Lucas, lo más probable es que se trate de una elaboración literaria para identificar a Jesús con el Mesías anunciado en el Antiguo Testamento, De hecho, así lo indica el evangelista Mateo, que no pierde la ocasión de señalar que, con el nacimiento de Jesús en Belén, se cumplen las palabras del profeta Miqueas 5, 1: «Pero tú, Belén de Efratah, aunque pequeña para figurar en los clanes de Judá, de ti me saldrá quien ha de ser dominador de Israel, cuyo origen viene de antaño, desde los días antiguos».

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Capilla del pesebre, Belén. Foto: Miguel Ángel Villanueva Cristóbal

Más allá de estos versículos, a nadie se le escapaba que Belén había sido la cuna del rey David y que, por lo tanto, resultaría lógico que también naciese en esa ciudad el Mesías, descendiente de David y en el que se encarnaba la promesa hecha al rey en 2Samuel 7, 12-16: «cuando tu vida llegue a su fin y vayas a descansar entre tus antepasados, yo pondré en el trono a uno de tus propios descendientes, y afirmaré su reino.

  1. Será él quien construya una casa en mi honor, y yo afirmaré su trono real para siempre.
  2. Yo seré su padre, y él será mi hijo.
  3. Así que, cuando haga lo malo, lo castigaré con varas y azotes, como lo haría un padre.
  4. Sin embargo, no le negaré mi amor, como se lo negué a Saúl, a quien abandoné para abrirte paso.

Tu casa y tu reino durarán para siempre delante de mí; tu trono quedará establecido para siempre».

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Ruinas de la sinagoga de Cafarnaúm. Foto: Miguel Ángel Villanueva Cristóbal

Pero no sólo el lugar de nacimiento es fruto de la necesidad de situar a Jesús dentro del esquema del esperado Mesías, sino que hay otros elementos de la historia que cumplen esta misma función. Cuando los magos de Oriente se presentan ante Herodes para preguntarle por el recién nacido, el rey, asustado ante la posibilidad de perder su trono, ordena el asesinato de todos los niños menores de dos años de Belén.

  • Resulta sorprendente que Flavio Josefo, enemigo acérrimo de Herodes el Grande, no consigne este hecho en su Guerra de los Judíos, cuando puso el mayor empeño en citar, uno por uno, todos los crímenes imputables al monarca idumeo.
  • ¿Cómo se explica pasar por alto semejante masacre, la prueba concluyente de la abyección de Herodes? Sencillamente, porque nunca sucedió.

Hay que hacer notar la similitud entre este episodio y otro del Antiguo Testamento, en Éxodo 1, sobre el nacimiento de Moisés, donde el faraón ordena la muerte de todos los niños hebreos de su reino. El propósito de esta narración es doble. Por una parte, al atribuir el crimen a Herodes, se proporciona un marco histórico adecuado y creíble a la profecía de Jeremías 31, 15: Una voz se oyó en Ramá, Un llanto y un gran lamento: Raquel llorando a sus hijos ¡Y no quería consolarse, porque ya no existen! Este versículo, trasladado al Nuevo Testamento, identifica a Raquel con el pueblo de Belén, donde se encuentra su tumba.

  • Y así, los hijos de Raquel son los niños asesinados en Belén por orden de Herodes.
  • Por otro lado, dentro de este relato, Jesús sufre una persecución que es típica de aquellos niños llamados a cumplir una misión fuera del alcance del común de los humanos.
  • Es un peligro que no sólo amenaza a Moisés, sino también a Rómulo y Remo o Ciro, entre otros.

De este modo, el lector del Nuevo Testamento, fuese judío o gentil, vería claro desde el principio que el protagonista del relato que estaba leyendo era un personaje fuera de lo común, alguien que encajaba en el prototipo de héroe nacional o mitológico.

  1. Pero la identificación va más allá.
  2. A ningún lector del siglo primero se le pasaría por alto la similitud ya mencionada entre la matanza de los inocentes y la del faraón en tiempos de Moisés.
  3. Hay que recordar que Moisés es el encargado de recibir la Ley de Dios en el monte Sinaí, y que Jesús es el encargado de darla por superada en su Sermón de la Montaña,

Así pues, el relato de Mateo presentaba a Jesús como el nuevo Moisés, llamado a superar al primero.

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Restos de la conocida como casa de Pedro, en Cafarnaúm. Foto: Miguel Ángel Villanueva Cristóbal

Fuera de estas menciones en los llamados Evangelios de la Infancia de Mateo y Lucas, todos los indicios del resto de textos evangélicos apuntan en otra dirección diferente a Belén : Jesús nació probablemente en Galilea, unos trescientos kilómetros al norte de Jerusalén y de la propia ciudad natal de David.

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Mar de Galilea. Foto: Miguel Ángel Villanueva Cristóbal

En la época que nos ocupa, Nazaret era un lugar tan ínfimo que a duras penas obtendría la consideración de pueblo. Las excavaciones arqueológicas han revelado poco más que algunas grutas donde vivirían en condiciones muy precarias una pocas familias. Al contemplarlas, no podemos sino recordar la incredulidad de Natanel cuando le cuentan que han encontrado a aquél del que había escrito Moisés en la ley y los profetas: «Jesús, hijo de José, el de Nazaret», y Natanel pregunta sorprendido: “¿De Nazaret puede haber algo bueno?” ( Juan 1, 46).

Sin embargo, aunque no exista ninguna prueba que lo confirme, creo que no debería descartarse la posibilidad de que Jesús naciese en Cafarnaún, un pueblo de cierta importancia situado en la orilla norte del Mar de Galilea, y en cuyos alrededores se desarrolla la acción de la mayoría de los episodios del comienzo de la predicación de Jesús.

Por ejemplo, Jesús enseña en la sinagoga de Cafarnaún, y cerca de allí tiene lugar el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, la curación de la suegra de Pedro, la vocación de los discípulos, la tempestad calmada, etc. De hecho, sus primeros discípulos son todos originarios de Cafarnaún o de la vecina Betsaida,

Sea Nazaret o Cafarnaún el pueblo natal, Jesús procedería de Galilea, una región situada al norte del actual Israel en la que se daba una enorme mezcla de población, por lo que los judíos más ortodoxos la consideraban pagana (de ahí su nombre de Galilea de los gentiles, es decir, de los no judíos).

Además, Galilea tenía fama de estar habitada por gente con gran sentido de la independencia y difícil de gobernar, y allí habían surgido, y surgirían en el futuro, numerosos movimientos revolucionarios de liberación. Volviendo a la pregunta inicial, y teniendo en cuenta la información (a veces contradictoria, y casi nunca con verdadera intención historiográfica, sino más bien teológica) que nos ofrecen los evangelios, creo que si Jesús hubiera tenido que responder al soldado romano de nuestra escena imaginaria, habría respondido lo siguiente: ¿Nombre? Yeshua bar Yosef.

¿Qué significa cada letra del nombre Jesús?

Qué significa Jesús – Jesús es un nombre teofórico, que en arameo antiguo significa “Yahvé es nuestro salvador”. En aquel idioma se pronunciaba como “Yeshu’a”, que en español se dice Jesús. Este nombre tuvo muchas variaciones. En primer lugar, pasó a escribirse en su forma completa como ” Yehoshua”.

Luego, varío a una forma más corta como ” Yoshúa”. Sin embargo, su significado nunca cambió y siempre se mantuvo igual, el cual es “Dios es nuestro salvador” o “Dios nos ha salvado”. Debido a la fuerza de este nombre, su popularidad se ha extendido a casi todo el mundo. Sobre todo, por su fuerte connotación religiosa, ya que en el Nuevo Testamento es el nombre del Hijo de Dios.

Su uso también es muy popular en una de las adaptaciones femeninas como María Jesús. Aquí puedes ver 160 Nombres bíblicos para niños,

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¿Qué significa Cristo en arameo?

Etimología – Del griego antiguo Χριστός (” ungido “) y este del משיח ( Māšîaḥ ).

¿Cómo se llama Jesús en el Islam?

En el Corán, ni siquiera se le asigna a Jesús el nombre en su forma más común, puesto que lo llama Isa, cuando la palabra correspondiente en árabe es Yasû, como dicen los árabes cristianos. Jesús aparece calificado frecuentemente como Mesías y como hijo de María.

¿Cuál es la fecha exacta que nació Jesús?

Así pues, para el siglo IV ya se había establecido la fecha de nacimiento de Jesús en el 25 de diciembre.

¿Cómo se llama el Dios?

¿Yahvé o Jehová? – UC En las Biblias evangélicas encontramos que a Dios se lo nombra como a «Jehová» y en las Biblias católicas le damos el nombre de «Yahvé». Muchos cristianos se preguntan: ¿por qué esta diferencia en el nombre de Dios? ¿qué debemos pensar de esto? En el fondo no sirve de nada discutir por el nombre antiguo de Dios.

Nosotros vivimos ahora en el Nuevo Testamento y lo que nos importa es hablar de Dios como Jesús hablaba de El. Jesús vino a aclarar el misterio más profundo que hay en el Ser Divino: «Dios es amor». Dios es un «Padre» que ama a todas sus creaturas y los hombres son sus hijos queridos. Jesús mismo nos enseñó que debemos invocar a Dios como «nuestro Padre» (Mt.6, 9).

Para los estudiosos de la Biblia quiero aclarar en esta carta el nombre antiguo de Dios, aquel nombre que los israelitas del Antiguo Testamento usaban con profundo respeto. La explicación es un poco difícil, porque debemos comprender algo del idioma hebreo, la lengua en la cual Dios se manifestó a Moisés.

Los nombres de Dios en el Antiguo Testamento Los israelitas del Antiguo Testamento empleaban muchos nombres para referirse a Dios. Todos estos nombres expresaban una relación íntima de Dios con el mundo y con los hombres. En esta carta quiero indicar solamente los nombres más importantes, por ejemplo: En Ex.6, 7 encontramos en el texto hebreo el nombre «Elohim», que en castellano significa: «El Dios fuerte y Poderoso».

En el Salmo 94 encontramos «Adonay» o «Edonay», que en castellano es «El Señor». En Gén.17, 1 se habla de Dios como «Shadday» que quiere decir el Dios de la montaña. El profeta Isaías (7, 14) habla de «Emmanuel» que significa «Dios con nosotros». Y hay muchos nombres más en el A.T., como por ejemplo: Dios Poderoso, el Dios Vivo, el Santo de Israel, el Altísimo, Dios Eterno, El Dios de la Justicia, etc.

Pero el nombre más empleado en aquellos tiempos era «Yahvé» que significa en castellano: «Yo soy» o «El que es». Leemos en Éxodo Cap.3 que Dios se apareció a Moisés en una zarza ardiente y lo mandó al Faraón a hablar de su parte. Moisés le preguntó a Dios: «Pero si los israelitas me preguntan cuál es tu nombre, ¿qué voy a contestarles?».

Y Dios dijo a Moisés: «YO SOY EL QUE SOY». Así les dirás a los israelitas: YO SOY me manda a ustedes. Esto les dirás a ellos: YO SOY, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob me manda a ustedes. Este es mi nombre para siempre» (Ex.3, 13-15). ¿De dónde viene la palabra «Yahvé»? Esta palabra es una palabra hebrea, el hebreo es el idioma de los israelitas o judíos del Antiguo Testamento.

En este idioma no se escribían las vocales de una palabra sino únicamente las consonantes. Era bastante difícil leerlo correctamente, porque al leer un texto hebreo, uno mismo debía saber de memoria qué vocales tenía que pronunciar en medio de las consonantes. El nombre de Dios: «YO SOY» se escribía con estas cuatro consonantes: Y H V H que los judíos pronunciaban así «Yahvé», y en castellano se escribe YAVE.

La pronunciación «Yahvé» es sin duda la pronunciación más correcta del hebreo original para indicar a Dios como «Yo soy el que soy» (Los judíos del A.T. nunca dijeron Jehová). ¿De dónde viene la palabra Jehová? Los israelitas del A.T. tenían un profundo respeto por el nombre de Dios: «Yahvé».

Era el nombre más sagrado de Dios, porque Dios mismo se había dado este nombre. Con el tiempo los israelitas, por respeto al nombre propio de Dios, dejaron de pronunciar el nombre de «Yahvé» y cuando ellos leían en la Biblia el nombre de «Yahvé», en vez de decir «Yahvé» dijeron otro nombre de Dios: «Edonai» (el Señor).

Resultó que después de cien años los israelitas se olvidaron por completo de la pronunciación original (Y H V H, Yahvé) porque siempre decían «Adonay» (el Señor). En la Edad Media (1.000 a 1.500 años después de Cristo) los hebraístas (que estudiaban el idioma hebreo antiguo) empezaron a poner vocales entre las consonantes del idioma hebreo.

  1. Y cuando les tocó colocar vocales en la palabra hebrea Y H V H (el nombre antiguo de Dios) encontraron muchas dificultades.
  2. Por no conocer la pronunciación original de las cuatro consonantes que en las letras castellanas corresponden a YHVH y en letras latinas a JHVH, y para recordar al lector que por respeto debía decir: «Edonay» en vez de «Yahvé», pusieron las tres vocales (e, o, a) de la palabra Edonay; y resultó Jehová en latín.

Es decir: tomaron las 4 consonantes de una palabra (J H V H) y metieron simplemente 3 vocales de otra palabra (Edonay) y formaron así una nueva palabra: Jehová. Está claro que la palabra «Jehová» es un arreglo de dos palabras en una. Por supuesto la palabra «Jehová» nunca ha existido en hebreo; es decir, que la pronunciación «Jehová» es una pronunciación defectuosa del nombre de «Yahvé».

En los años 1600 comenzaron a traducir la Biblia a todas las lenguas, y como encontraron en todos los textos bíblicos de la Edad Media la palabra «Jehová» como nombre propio de Dios, copiaron este nombre «Jehová» literalmente en los distintos idiomas (castellano, alemán, inglés). Y desde aquel tiempo empezaron a pronunciar los católicos y los evangélicos como nombre propio de Dios del Antiguo Testamento la palabra «Jehová» en castellano.

Ahora bien, aun las Biblias católicas usan el nombre de «Yahvé» y no el de «Jehová».¿Está bien? Está bien porque todos los hebraístas modernos (los que estudian el idioma hebreo) están de acuerdo que la manera original y primitiva de pronunciar el nombre de Dios debía haber sido «Yahvé» y no «Jehová».

«Yahvé» es una forma del verbo «havah» (ser, existir) y significa: «Yo soy el que es» y «Jehová» no es ninguna forma del verbo «ser», como lo hemos explicado más arriba. Por eso la Iglesia Católica tomó la decisión de usar la pronunciación original «Yahvé» en vez de «Jehová» y porque los israelitas del tiempo de Moisés nunca dijeron «Jehová».

¿Cuál es el sentido profundo del nombre de «Yahvé»? Ya sabemos que «Yahvé» significa: «Yo soy.» Pero ¿qué sentido profundo tiene este nombre? Para comprenderlo debemos pensar que todos los pueblos de aquel tiempo eran politeístas, es decir, pensaban que había muchos dioses.

Según ellos, cada nación, cada ciudad y cada tribu tenía su propio Dios o sus propios dioses. Al decir Dios a Moisés: «YO SOY EL QUE SOY» El quiere decir: «Yo soy el que existe: el Dios que existe; y los otros dioses no existen, los dioses de los egipcios, de los asirios, de los babilonios no existen.

Yo soy el único Dios que existe». Dios, dándose el nombre de YAVE (YO SOY), quería inculcar a los judíos el monoteísmo (un solo Dios), y rechazar de plano todo politeísmo (muchos dioses) y la idolatría de otros pueblos. El Dios de los judíos (Yahvé) es un Dios celoso, no soporta a ningún otro dios a su lado.

El dice: «No tendrás otro Dios fuera de mí» (Ex.20, 3). «Yo soy Yahvé, tu Dios celoso» (Deut.4, 35 y 32, 39). El profeta Isaías explica bien el sentido del nombre de Dios. Dice Dios por medio del profeta: «YO SOY YAVE, y ningún otro». «¿No soy yo Yahvé el único y nadie mejor que yo?» (Is.45, 18). La conclusión es: La palabra «Yahvé» significa que «El es el UNICO DIOS», el único y verdadero Dios, y que todos los otros dioses y sus ídolos no son nada, no existen y no pueden hacer nada.

El nombre de Dios en el Nuevo Testamento Más importante para nosotros, que vivimos en el Nuevo Testamento, es saber cómo Jesús hablaba del misterio de Dios. Jesús y sus apóstoles, según la costumbre judía de aquel tiempo, nunca pronunciaban el nombre «Yahvé» o «Jehová».

  1. Siempre leían la Biblia diciendo: «Edonay» -el Señor- para indicar el nombre propio de Dios.
  2. Todo el Nuevo Testamento fue escrito en griego, por eso encontramos en el Nuevo Testamento la palabra Kyrios (el Señor) que es la traducción de «Edonay».
  3. Pero Jesús introdujo también una novedad en las costumbres religiosas y nombró a Dios «Padre»: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra».

«Mi Padre sigue actuando y yo también actúo». «Por eso los judíos tenían ganas de matarlo: porque El llamaba a Dios Padre suyo haciéndose igual a Dios» (Jn.5, 17-18). Además Jesús enseñó a sus seguidores a hacer lo mismo: «Por eso, oren ustedes así: Padre Nuestro, que estás en los cielos» (Mt.6, 9).

  1. Ahora, el nombre más hermoso que nosotros podemos dar a Dios es el de: «Padre nuestro».
  2. ¿Es verdad que en las Biblias de los Testigos de Jehová aparece el nombre Jehová en el Nuevo Testamento? Así es.
  3. Los Testigos de Jehová hacen aparecer en el Nuevo Testamento 237 veces la palabra «Jehová», pero eso no es correcto.

Cuando en el Nuevo Testamento se habla de Dios con el nombre «Señor» (Kyrios en griego, Edonay en hebreo) ellos lo traducen como Jehová, pero esto es claramente una adulteración de los textos bíblicos. El Nuevo Testamento habla de Dios como «Padre» o «Señor», pero nunca como «Jehová».

Una vez más desconocen la gran revelación de Jesucristo que fue la de anunciarnos a Dios como Padre. ¿Qué es lo mejor para nosotros? Lo mejor es hablar de Dios como Jesús hablaba de El. Meditando los distintos nombres de Dios que aparecen en la Biblia, nos damos cuenta de que hay una lenta evolución acerca del misterio de Dios, y cada nombre revela algo de este gran misterio divino: 1) Dios se manifestó a Moisés como el único Dios que existe, significando esto que los otros dioses no existen.

Es lo que significa la palabra «Yahvé».2) Luego ese único Dios se manifestó a los profetas como el Dios de la Justicia.3) Finalmente en Jesucristo, Dios se manifestó como un Padre que ama a todos sus hijos. Dios es amor y nosotros tenemos esta gran vocación a vivir en el amor.

  1. La oración del Padre Nuestro es la mejor experiencia de fraternidad universal.
  2. ¿Qué hay que hacer cuando los Testigos de Jehová, los Mormones y los seguidores de otras sectas llegan a la casa de uno para entablar una conversación? «En primer lugar hay que precisar cuál es la verdadera intención de su visita.

Por lo general ellos dicen que quieren hablar de la Biblia y conversar acerca de Dios y de la religión. Pero su verdadera intención no es ésta, sino la de arrebatar la fe a los católicos. Eso y nada más es lo que quieren. Quitar a los fieles su fe católica.

Hablar de la Biblia o de Dios es sólo el pretexto para llegar a este final que es quitar la fe a los católicos. Y los hechos comprueban esta afirmación, porque sabemos de algunos buenos católicos que por cortesía, buena educación, o por otras razones, aceptaron conversar con ellos sobre la Biblia o sobre Dios, y se pasaron a ser Testigos de Jehová, Mormones o de otras sectas y abominaron después contra su antigua fe católica.

Es decir, hay que tener claro que esta visita de los Testigos de Jehová, de los Mormones o de otras sectas a las casas y familias católicas no tiene otra intención ni otro propósito que arrebatarles su fe católica. Conociendo esta realidad, la respuesta es obvia: ¿Quiere usted conservar y defender su fe católica? No los reciba.

  • ¿Quiere usted poner en peligro su fe católica? Piense mejor lo que debe hacer».
  • Cuestionario ¿Es correcto nombrar hoy a Dios con la palabra Jehová? ¿Por qué no? ¿Qué aconteció históricamente? ¿Por qué los israelitas usaban la palabra Adonai? ¿Qué pasó cuando los hebraístas de la Edad Media empezaron a poner vocales a las consonantes? ¿Qué significa la palabra Yahvé? ¿Es correcto utilizar hoy la palabra Yahvé? ¿Es correcto utilizar la palabra Jehová? ¿Cómo se refirió Jesús a su Padre? ¿Cómo tenemos que nombrar a Dios los cristianos de hoy? ¿Qué evolución del nombre de Dios hay entre A.
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y N. Testamento? Suscríbete a nuestro boletín de servicios diarios. Evangelio, Meditación y Santoral en un sólo mensaje. No te lo pierdas, ¡inscríbete! Inicio 31 de julio 2018 Click para más información : ¿Yahvé o Jehová? – UC

¿Cómo es el nombre verdadero de Dios?

El Tetragrámaton (יהוה) es considerado el nombre por excelencia de Dios, identificándose a así mismo ante Moisés, y ocurre 6828 veces en total en la edición de la Biblia Hebraica Stuttgartensia del texto Masorético.

¿Cuántos nombres le pusieron a Jesús?

Jesús, Emmanuel, Cristo. ¿Por qué el Señor tiene tantos nombres? Ya sabemos que a nuestro padre le ponemos muchos nombres desde que somos pequeños: papá, papi, su apodo. Pero tiene un solo nombre. Aunque en cada casa le llamen de una manera distinta.

Con nuestro otro Padre, esta vez el de arriba, pasa lo mismo: le llamamos Señor, Padre, Dios, Salvador, Mesías, Pero podría confundirnos el nombre de Jesús, ya que -a parte de utilizar todo tipo de distinciones hacia Él en el evangelio- le llamamos Emmanuel, Jesucristo, Cristo etc. Al inicio del Evangelio de san Mateo (Mt 1, 18-24) el ángel le dice a José que “no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo.

Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados”. ahsta aquí todo bien, pero el evasngelista añade: “Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Emmanuel, que significa ‘Dios-con-nosotros'”.

¿Cómo le llamo Jesús a Dios?

Emanuel – Mateo 1:23 («Y llamarás su nombre Emanuel») proporciona el nombre Emanuel (que significa Dios con nosotros ). ​ Emanuel, que puede referirse a Isaías 7:14, no aparece en ningún otro lugar del Nuevo Testamento, pero en el contexto de Mateo 28:20 («yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo») indica que Jesús está con los fieles hasta el final de la historia.

​ El nombre Emanuel (también Immanuel o Immanuʼel ) del hebreo עִמָּנוּאֵל, «Dios con nosotros» se compone de dos palabras hebreas: אֵל ( El, que significa «Dios») y עִמָּנוּ ( ʻImmānū, que significa «con nosotros»); en hebreo estándar ʻImmanuʼel, en hebreo tiberiano ʻImmānûʼēl, Es un nombre teofórico usado en la Biblia en Isaías 7:14 e Isaías 8:8,

Mateo 1:23 proporciona la clave de la Cristología de Emanuel en el Nuevo Testamento, con Mateo mostrando un claro interés en identificar a Jesús como «Dios con nosotros» y, posteriormente, desarrollando el tema de Emanuel en momentos clave a lo largo de su Evangelio.

¿Quién es Cristo y quién es Dios?

¿Quién es Jesucristo? – Jesucristo es el Salvador del mundo y el Hijo de Dios. Él es nuestro Redentor. Cada uno de estos títulos señala la verdad de que Jesucristo es el único camino por el que podemos volver a vivir con nuestro Padre Celestial. Jesús padeció y fue crucificado por los pecados del mundo, dando así a cada uno de los hijos de Dios el don del arrepentimiento y del perdón.

Solamente por medio de Su misericordia y Su gracia cualquier persona puede salvarse. Su posterior resurrección preparó el camino para que cada persona pudiera superar también la muerte física. A estos acontecimientos se les denomina la Expiación. En pocas palabras, Jesucristo nos salva del pecado y de la muerte.

Por ese motivo es, literalmente, nuestro Salvador y Redentor. En el futuro, Jesucristo volverá a reinar en la tierra en paz durante mil años. Jesucristo es el Hijo de Dios y Él será nuestro Señor para siempre. El 1 de enero de 2000, la Primera Presidencia y el Quórum de los Doce Apóstoles publicaron la declaración que aparece a continuación.

Con el título “El Cristo Viviente”, esta declaración da testimonio del Señor Jesucristo y es un resumen de Su identidad y Su divina misión: “Al conmemorar el nacimiento de Jesucristo hace dos milenios, manifestamos nuestro testimonio de la realidad de Su vida incomparable y de la virtud infinita de Su gran sacrificio expiatorio.

Ninguna otra persona ha ejercido una influencia tan profunda sobre todos los que han vivido y los que aún vivirán sobre la tierra. “Él fue el Gran Jehová del Antiguo Testamento y el Mesías del Nuevo Testamento. Bajo la dirección de Su Padre, Él fue el Creador de la tierra.

  1. Todas las cosas por medio de él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho’ (Juan 1:3),
  2. Aun cuando fue sin pecado, fue bautizado para cumplir toda justicia.
  3. Él ‘anduvo haciendo bienes’ ( Hechos 10:38 ) y, sin embargo, fue repudiado por ello.
  4. Su Evangelio fue un mensaje de paz y de buena voluntad.

Él suplicó a todos que siguieran Su ejemplo. Recorrió los caminos de Palestina, sanando a los enfermos, haciendo que los ciegos vieran y levantando a los muertos. Enseñó las verdades de la eternidad, la realidad de nuestra existencia premortal, el propósito de nuestra vida en la tierra y el potencial de los hijos y de las hijas de Dios en la vida venidera.

  • Instituyó la Santa Cena como recordatorio de Su gran sacrificio expiatorio.
  • Fue arrestado y condenado por acusaciones falsas, se le declaró culpable para satisfacer a la multitud y se le sentenció a morir en la cruz del Calvario.
  • Él dio Su vida para expiar los pecados de todo el género humano.
  • La Suya fue una gran dádiva vicaria en favor de todos los que habitarían la tierra.

“Testificamos solemnemente que Su vida, que es fundamental para toda la historia de la humanidad, no comenzó en Belén ni concluyó en el Calvario. Él fue el Primogénito del Padre, el Hijo Unigénito en la carne, el Redentor del mundo. “Se levantó del sepulcro para ser las ‘primicias de los que durmieron’ ( 1 Corintios 15:20 ).

  • Como el Señor Resucitado, anduvo entre aquellos a los que había amado en vida.
  • También ministró entre Sus ‘otras ovejas’ ( Juan 10:16 ) en la antigua América.
  • En el mundo moderno, Él y Su Padre aparecieron al joven José Smith, iniciando así la largamente prometida ‘dispensación del cumplimiento de los tiempos’ ( Efesios 1:10 ).

“Del Cristo Viviente, el profeta José escribió: ‘Sus ojos eran como llama de fuego; el cabello de su cabeza era blanco como la nieve pura; su semblante brillaba más que el resplandor del sol; y su voz era como el estruendo de muchas aguas, sí, la voz de Jehová, que decía: “‘Soy el primero y el último; soy el que vive, soy el que fue muerto; soy vuestro abogado ante el Padre’ ( D.

  • Y C.110:3–4 ).
  • De Él, el Profeta también declaró: ‘Y ahora, después de los muchos testimonios que se han dado de él, éste es el testimonio, el último de todos, que nosotros damos de él: ¡Que vive! “‘Porque lo vimos, sí, a la diestra de Dios; y oímos la voz testificar que él es el Unigénito del Padre; “‘que por él, por medio de él y de él los mundos son y fueron creados, y sus habitantes son engendrados hijos e hijas para Dios’ ( D.

y C.76:22–24 ). “Declaramos en palabras de solemnidad que Su sacerdocio y Su Iglesia han sido restaurados sobre la tierra, ‘edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo’ ( Efesios 2:20 ).

“Testificamos que algún día Él regresará a la tierra. ‘Entonces se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá’ ( Isaías 40:5 ). Él regirá como Rey de reyes y reinará como Señor de señores, y toda rodilla se doblará, y toda lengua hablará en adoración ante Él. Todos nosotros compareceremos para ser juzgados por Él según nuestras obras y los deseos de nuestro corazón.

“Damos testimonio, en calidad de Sus apóstoles debidamente ordenados, de que Jesús es el Cristo Viviente, el inmortal Hijo de Dios. Él es el gran Rey Emanuel, que hoy está a la diestra de Su Padre. Él es la luz, la vida y la esperanza del mundo. Su camino es el sendero que lleva a la felicidad en esta vida y a la vida eterna en el mundo venidero.

Gracias sean dadas a Dios por la dádiva incomparable de Su Hijo divino” ( Liahona, abril de 2000, págs.2–3). Jesucristo es el Hijo Unigénito de Dios el Padre en la carne. ( Juan 1:14, 18 ; 2 Nefi 25:12 ; Alma 5:48 ; D. y C.93:11 ; Gordon B. Hinckley, “El símbolo de nuestra fe”, Liahona, abril de 2005, pág.3; Gordon B.

Hinckley, “El testimonio de un profeta”, Liahona, julio de 1993, pág.103; “El Cristo Viviente: El Testimonio de los Apóstoles”, Liahona, abril de 2000, pág.2) Jesucristo es el Salvador y el Redentor del mundo, ( Isaías 49:26 ; 1 Nefi 21:26 ; 22:12 ; D.

¿Cómo se refería Jesús a Dios?

Introducción – Al testificar del Salvador Jesucristo, los profetas modernos han declarado: “Él fue el Gran Jehová del Antiguo Testamento” ( “El Cristo Viviente: El Testimonio de los Apóstoles”, Liahona, abril de 2000, pág.2). Jesucristo, como Jehová, estableció el evangelio sempiterno del Padre Celestial en la Tierra en cada dispensación del tiempo a fin de recoger a cada uno de los hijos de Dios que estaban perdidos.

¿Cuál es la religión más grande del mundo?

Es la religión más practicada en el mundo, del total de la población mundial, 31% practica el cristianismo, representando a 2.3 millones de creyentes.

¿Cuál es la religión de Jesús?

Jesús de Nazaret
Causa de muerte Crucifixión, ordenada por el prefecto romano de Judea​
Etnia Judío
Padres María y José​
Ocupación Obrero, artesano o carpintero​

¿Cómo se pronuncia Jesús en griego?

En otros idiomas

Idioma Variante
Griego Ιησούς (Iēsoûá)
Hebreo יֵשׁוּעַ ‘yeshua’
Hindi यीशु ‘yeeshu’
Inglés Jesus, Jesse

¿Qué día fue la muerte de Jesús?

Según los sinópticos, Jesús muere el día de Pascua, esto es, el día 15 del mes de Nisán; según Juan, la víspera de Pascua, el 14.

¿Qué año era cuando murio Jesús?

La cronología calculada, a propósito, es compatible con la narrativa de Juan, que Jesús murió el viernes 3 de abril del año 33 d.C. a las 15:00 horas, en el mismo momento en el que los corderos de la Pascua eran sacrificados.

¿Cuántos años tendría Jesús en la actualidad?

‘Si hacemos caso a Mateo, y Jesús nace en el año 4 a.C., tiene sentido. Moriría en el año 30 y tendría, quizás, unos 34 años ‘, argumenta el historiador, autor de obras como ‘Las cinco caras de Dios’ o ‘La resurrección, de hombre a Dios’.

¿Cuántos nombres recibio Jesús?

Jesús, Emmanuel, Cristo. ¿Por qué el Señor tiene tantos nombres? Ya sabemos que a nuestro padre le ponemos muchos nombres desde que somos pequeños: papá, papi, su apodo. Pero tiene un solo nombre. Aunque en cada casa le llamen de una manera distinta.

Con nuestro otro Padre, esta vez el de arriba, pasa lo mismo: le llamamos Señor, Padre, Dios, Salvador, Mesías, Pero podría confundirnos el nombre de Jesús, ya que -a parte de utilizar todo tipo de distinciones hacia Él en el evangelio- le llamamos Emmanuel, Jesucristo, Cristo etc. Al inicio del Evangelio de san Mateo (Mt 1, 18-24) el ángel le dice a José que “no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo.

Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados”. ahsta aquí todo bien, pero el evasngelista añade: “Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Emmanuel, que significa ‘Dios-con-nosotros'”.

¿Cuál es el nombre del hijo de Jesús?

José de Nazaret
Apodo El santo silencioso
Nacimiento Siglo I a.C. Belén de Judá
Fallecimiento Siglo I d.C.​ Nazaret de Galilea
Religión Judaísmo
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