Cuando Fue La Tragedia De Armero
Elvira Olguin
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Mensen zoeken ook naar Vargas tragedy 15 december 1999 1902 eruption of Mount Pelée 23 april 1902 1991 eruption of Mount Pinatubo 15 juni 1991
Contents
- 1 ¿Por qué se dio la tragedia de Armero?
- 2 ¿Dónde fue la tragedia de Armero?
- 3 ¿Cómo quedó Armero?
- 4 ¿Cuántas personas se salvaron en la tragedia de Armero?
- 5 ¿Por qué no se pudo rescatar a Omaira?
- 6 ¿Qué pasa si se activa el Nevado del Ruiz?
- 7 ¿Cómo se llama el nuevo Armero?
- 8 ¿Por qué no se pudo rescatar a Omaira?
- 9 ¿Qué consecuencias trajo para el país la tragedia de Armero?
- 10 ¿Que sepulto a Armero?
¿Por qué se dio la tragedia de Armero?
El amanecer del 13 de noviembre de 1985 nadie en Colombia lo olvida. Un día como hoy, hace 37 años, la furia de la naturaleza sepultó bajo el lodo a Armero (Tolima) dejando más de 25.000 personas muertas. El volcán nevado del Ruiz arrojó gases, materiales y aire atrapado caliente que derritieron un casco de nieve y produjeron una avalancha cargada de agua, piedras, escombros y lodo que descendió incontenible por el cauce del río Lagunilla, para finalizar en la planicie donde existía Armero.
La avalancha arrasó finalmente con 4.200 viviendas, destruyó 20 puentes y acabó las vías sin que nada quedara útil. (Le recomendamos leer: Así fueron los tres días de agonía de Omayra en Armero, hace 36 años ) Murieron personas de Armero, también de Chinchiná y Villamaría, en Caldas. Vidas y rostros que aún permanecen latentes en la memoria de los colombianos.
Esta tragedia, que se recuerda cada que se ve o se oye rugir al ‘León dormido’, sigue intacta en las memorias de quienes vivieron en carne propia la devastación, pero también en la de quienes lo vivieron impotentes a través de las pantallas, los radios, o los periódicos.
Hay muchos recuerdos dolorosos del momento de esa tragedia. Tengo presente, en particular, a un niño a quien me acerqué para entrevistar “Hay muchos recuerdos dolorosos del momento de esa tragedia. Tengo presente, en particular, a un niño a quien me acerqué para entrevistar. Al aire le pregunté el nombre y no me dijo el suyo, sino el de las nueve personas que vivían con él y el número de animalitos que tenía perdidos.
Eso le dio la vuelta al mundo porque era realmente doloroso y conmovedor”, dijo Yesid López, periodista radial que cubrió la tragedia. Aún, 37 años después, centenares de homenajes a las víctimas, un territorio declarado como campo santo y un nuevo ‘Armero – Guayabal’ asentado metros adelante de donde ocurrió la tragedia, quienes la vivieron la recuerdan con la esperanza de que no volverá a pasar.
Además: La próxima gran erupción del Ruiz sería 13 veces más grande que la de 1985 ) “Eso fue una experiencia muy difícil, pero pese al dolor creemos que hicimos todo lo que fue posible. Ahora este es uno de los volcanes más cuidados del mundo, porque nadie quiere que algo así se repita”, señaló Omar Gómez Mejía, quien para entonces se desempeñaba como director de la Defensa Civil en Caldas.
El SGC conmemora los 37 años de la erupción del Volcán Nevado del Ruiz. De manera especial rinde tributo a las personas que perdieron la vida en la desaparecida Armero y en Villamaría y Chinchiná, solidaridad con los allegados de quienes ya no están y los sobrevivientes.
pic.twitter.com/ofgIfb0JGv — Servicio Geológico (@sgcol) November 13, 2022 Aunque el complejo volcánico del Ruiz es ahora un sitio turístico, abierto al público hasta determinados lugares, no deja de ser aún una amenaza para las veredas y 19 municipios que están en su área de influencia. Al momento, el volcán sigue en actividad de nivel amarillo, presenta inestabilidades y expulsión de gases y cenizas constantes.
Para el momento de la tragedia, el volcán nevado era vigilado, aunque no con los equipos modernos que tiene hoy. Se contaba con solo una estación de monitoreo instalada 120 días antes del desastre, por lo que la información de ese gigante no se tenía en tiempo real y cada mañana había que visitar la zona en busca de los datos del día anterior. La avalancha arrasó finalmente con 4.200 viviendas, destruyó 20 puentes y acabó las vías sin que nada quedara útil. Hoy todo es diferente, lo que le permite a la gente vivir tranquila: con respeto, pero sin miedo. El Servicio Geológico Colombiano, a través del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Manizales, hace un seguimiento y monitoreo permanente a la actividad del Complejo Volcánico a través de modernos equipos telemétricos (medición a distancia) y multiparamétricos para identificar cualquier alteración en los niveles y estar en capacidad de emitir alertas tempranas.
Vea también: Así quedó registrada desde el espacio la tragedia de Armero hace 36 años ) No podemos predecir cuándo ocurrirá la erupción volcánica, lo que podemos hacer con nuestros equipos -que lo monitorean las 24 horas- es un pronóstico general que traducimos en niveles de actividad “No podemos predecir el día, la hora ni el mes de cuándo ocurrirá la erupción volcánica, lo que podemos hacer con nuestros equipos -que lo monitorean en tiempo real las 24 horas- es un pronóstico general que traducimos en niveles de actividad.
Debemos siempre estar preparados porque cuando ocurra una erupción lo podremos saber, pero podría ser tarde especialmente las zonas más cercana al volcán; por eso cuando se cambie a un nivel naranja, por ejemplo, se deben empezar a tomar medidas como la evacuación”, señaló la directora del Observatorio Vulcanológico Gloria Patricia Cortés. Así registró EL TIEMPO la tragedia de Armero. Desde Manizales, donde está ubicado el Observatorio, se coordinan varias actividades que buscan seguir mejorando los sistemas de alerta temprana, no solo para ese municipio sino también para sus vecinos. La zona rural sería la más afectada en una erupción volcánica, por ello nuestros organismos de socorro cubren las diferentes jurisdicciones y varias veces al año hacen censos de la población “La zona rural sería la que se vería afectada en el caso de una erupción volcánica, por ello nuestros organismos de socorro cubren las diferentes jurisdicciones y varias veces al año realizan los censos de la población.
También hemos desarrollado proyectos con la Universidad Nacional para el sistema de alertas tempranas que será instalado en el río Chinchiná y nos hemos vinculado con el Servicio Geológico y la Cruz Roja en el proyecto volcán Nevado del Ruiz fase uno, donde se realizó la instalación de un sistema alerta temprana en el kilómetro 41 para que las familias puedan evacuar rápidamente en el momento en que se decrete una alerta roja”, mencionó la jefe de la Unidad de Gestión del Riesgo, Alexa Morales.
El alistamiento permanente de los organismos de socorro, las cámaras, los profesionales especializados permiten que los habitantes cercanos al Ruiz duerman tranquilos, mientras su ceniza y el olor a azufre que llega a las calles algunos días les recuerda que sigue ahí, dormido, pero no extinto.
¿Quién es el responsable de la tragedia de Armero?
La historia de un sobreviviente de la tragedia de Armero Esta es la historia de Manuel Medina, un joven de 15 años que llegó a Bogotá en 1985 para iniciar sus estudios universitarios, sin saber que, unos meses después, en sus vacaciones de fin de año, ocurriría una tragedia que cambiaría su vida por completo.
Infancia Mi papá, Miguel Medina, era paisa, un hombre alto, trigueño y peludo, un campesino que trabajaba administrando una finca de dos mil hectáreas en la que se sembraba algodón. Mi mamá, Teresa Labrador, era de un pueblo cercano, trabajaba como profesora en la escuela pública Jorge Eliécer Gaitán.
Creo haber escuchado que mi mamá fue quien le enseñó a escribir a mi papá. Cuando se enteraron de que mi mamá estaba embarazada, teniendo 44 años, y mi papá alrededor de 60, fue una sorpresa. Ya habían tenido dos hijos, Margarita y Miguel. Habían pasado 17 años desde entonces.
- Durante la década de los años 70 no era bien visto que una mujer mayor volviera a quedar embarazada.
- Y ni hablar del riesgo que suponía para su salud.
- Nací en mayo.
- No hubo tiempo de ir al hospital y tuvieron que llamar a una partera para que ayudara en la labor.
- El doctor dijo que lo más probable era que falleciera: era muy flaco y “tenía problemas”.
Mi mamá decidió bautizarme. Mi papá fue conmigo y con su patrón, al momento de ponerme el nombre mi papá pensó en que debía llamarme como su patrón, Manuel, porque ya uno de sus hijos tenía su nombre, Miguel. Siempre fui un niño muy enfermo, mi mamá siempre pensó que yo tenía un retraso, por eso se esforzó por hacerme terapias y ejercicios de motricidad: me ponía en unas bolas gigantes para estirarme, también (aunque yo no recuerdo) me metía en piscinas llenas de gelatina para aumentar la sensibilidad en algunas partes del cuerpo.
Manuel y doña Teresa, su madre. (Foto: Archivo ) Cursé la primaria en la escuela donde mi mamá trabajaba. No podía decir que no había tareas porque ella misma era la que las ponía. Luego, a los 10 años, me fui al Colegio San Joaquín, un internado en Ibagué, donde cursé todo el bachillerato. Nunca fui muy amigo de mi papá, no había una conexión, teníamos algunas diferencias físicas, yo no tenía su fenotipo, entonces él no veía en mí esa prolongación que sí veía en mis hermanos que, por lo demás, eran iguales a él.
Yo me parecía a la familia de mi mamá, era blanco y flaco, además, a mí no me gustaban las cosas del campo como a mis hermanos, yo prefería estudiar. Cuando presenté el examen de Estado ICFES, estuve entre los mejores estudiantes del país, fui al Palacio de Nariño con mis padres y conocimos al presidente Belisario Betancur.
- Mi mamá se hizo un vestido rosado con lentejuelas y mi papá llevaba puesto un vestido verde militar (horroroso) con un sombrero, se notaba que veníamos de pueblo.
- Del campo a la ciudad A los 15 años, después de graduarse del colegio, Manuel no sabía qué quería hacer con su vida.
- Un día Miguel, su papá, lo llevó al batallón pues quería que su hijo prestara servicio militar pero no lo recibieron por su corta edad.
Su madre, al ver que no se pudo hacer lo que su esposo quería, decidió inscribir a Manuel en una universidad. Recordó que su patrón le había hablado del auge de la carrera de Ingeniería Industrial en la Universidad Javeriana. El día de la matrícula en la universidad, Teresa, su mamá, llevaba puesto el mismo vestido rosado y en sus manos traía una caja de mangos cosechados del árbol de su casa.
Armero, años antes de la tragedia. (Foto: Archivo ) Entraron al edificio y esperaron, la mamá empezó a hablar con la secretaria: “Yo soy Teresa, vengo del municipio de Armero y él es el hijo mío” y le regaló un mango. Lo mismo hizo con cada persona que los atendía hasta que llegó al padre Álvaro González, quien ejerció las funciones de Decano del Medio Universitario de la Facultad de Ingeniería de 1983 a 2001.
Manuel arribó a Bogotá un sábado en la tarde. Viviría en la casa de Margarita, su hermana, que vivía cerca al centro comercial Unicentro. Ese lunes comenzaría las clases en la universidad. Le explicaron que, para llegar a la universidad, debía tomar un bus que dijera “Javeriana” o, en su defecto, el 123.
- A las cinco de la mañana del lunes, en medio del frío capitalino, Manuel estaba esperando el bus.
- Pasó la buseta 85 y yo pensé que venían en orden, entonces dije ¡Uy, falta muchísimo!”.
- Llegó a la universidad, empezó a conocer gente, pero se sentía muy extraño, las personas que estudiaban allí eran de los mejores colegios de Bogotá, y a Manuel se le notaba que venía del campo por cómo se vestía y hablaba.
Dos meses después, Teresa regresó a Bogotá para visitar a su hijo. De nuevo con el mismo vestido rosado y una caja abarrotada de mangos. Cuando se terminó el semestre, doña Teresa fue por las notas porque ella pensaba que, así como en la escuela, entregaban un reporte o boletín de notas en la universidad también.
Por más que Manuel le insistió que no fuera, que no le iban a entregar nada, ella pensaba que él le estaba diciendo mentiras y que no quería que viera sus calificaciones porque había perdido el semestre. Por tercera vez la señora Teresa fue a la universidad, y por tercera vez con una caja llena de mangos que repartía a todo el que se le cruzara.
A esas alturas ya la reconocían, se referían a ella como “la señora de los mangos” y sabían que venía de Armero y que tenía un hijo estudiando en la universidad. Pidió el reporte de calificaciones con tanta insistencia que, al final, el mismo padre Álvaro González se lo entregó personalmente.
Volcán Nevado del Ruíz. Es un estratovolcán compuesto por muchas capas de lava que se alternan con ceniza volcánica endurecida y otros piroclastos, ha estado activo durante cerca de dos millones de años. La avalancha Manuel estaba junto a su familia en Armero, un municipio ubicado en el departamento del Tolima.
Vivían en un barrio llamado “Inglés”. El 13 de noviembre de 1985 se fueron para Ibagué, a hora y media de donde estaban. Al devolverse y llegar a casa notaron que algo estaba cayendo del cielo: era ceniza. “Mi mamá dijo ¡Ay, esto está chévere para llevárselo a los niños y mañana hacer una clase sobre el volcán!”.
Teresa empezó a recoger las cenizas y guardarlas en frascos. Nunca antes habían visto ceniza. Se acostaron a dormir. A las once de la noche sonó el teléfono, contestó don Miguel, su papá, e ignoró la solicitud de que evacuaran porque iba a ocurrir una erupción. Tan pronto colgó el teléfono se fue la luz, se escuchó un estruendo muy fuerte, todos se reunieron en el garaje: su padre, su madre, su primo y la empleada del servicio.
En medio de la oscuridad y del ruido ensordecedor empezaron a buscar las llaves para poder salir de ahí, pero ya era demasiado tarde, la tierra ya había empezado a temblar. De un momento a otro llegó la avalancha. Manuel no recuerda gran cosa. Dice que todo sucedió así como muestran en las películas de Hollywood, “está temblando, se está cayendo todo, se apagó la luz y no recuerdo más.” Despertó tiempo después, a cinco o seis cuadras, y vio el letrero de unas baterías mientras iba en una ola de seis metros.
Se volvió a apagar la luz. Imágenes de Armero después de la avalancha. (Foto: Archivo ) Volvió a despertar cerca de una orilla y, aunque no lo sabía, tenía un árbol atravesado que no le permitía girarse; tenía también una flecha de jardín clavada debajo de una costilla y no podía ver si tenía más heridas: estaba enterrado.
Duró dos días allí hasta que unos campesinos lo vieron desde la orilla y, con un lazo de ganado, lo arrastraron cerca de cien metros. Estaba herido y desnudo. Retiraron la flecha de su tórax sin anestesia, lo llevaron a una casa y lo bañaron. Los campesinos lo rociaron con “curagan”, un aerosol que sirve para que no se infecten las heridas de los animales y cosieron sus heridas más grandes.
A la hora de la comida le dieron a tomar leche casi muere: ni él ni los campesinos sabían que había tragado barro durante la avalancha y que se le había secado en el tracto digestivo. Duró cuatro días muy enfermo, las personas a su alrededor pensaban que se iba a morir. Se alentó con una infusión que los campesinos prepararon para él con anamú, una planta medicinal.
Después de eso llegó el ejército, montó a los heridos en un helicóptero y los llevó a un pueblo cercano, al sur de Armero. Manuel sentía que estaba en una guerra, cuando entró en una carpa para ser atendido, vio heridos más graves, personas sin brazos o sin piernas y a otras personas limpiando, con un trapo húmedo, el rostro de la montaña de cadáveres en las canchas de fútbol con la esperanza de reconocer a algún ser querido.
- También conoció a otras personas de su edad y, por hambre, entró a robar a una tienda.
- Encontró una cebolla que devoró como si fuera una manzana.
- Todas las personas que estaban junto a él murieron.
- Esa noche murieron 25.000 personas.
- Carné de damnificado en el que certifican que Manuel estuvo en la tragedia de Armero.
Le consignaban cinco mil pesos mensuales en el Banco Ganadero. Desde octubre de ese mismo año, según El desastre de Armero a los 30 años de la erupción del Ruiz, texto del profesor Gonzalo Duque Escobar de la Universidad Nacional, ya se había emitido un mapa de riesgos potenciales del volcán, donde señalaban las siguientes amenazas: ” riadas gasto piroclásticas (inundación) a alta temperatura una probabilidad de 2/3 y alcance hasta los 20 km; flujos de lodo de hasta medio centenar de metros dependiendo del nivel de riesgo de las zonas, asignándoles una probabilidad del 100% en caso de erupción importante, riadas que alcanzaban en dicha cartografía todas las zonas que efectivamente se bañaron de lahares, entre ellas Armero.” Este hecho generó una polémica sobre la culpabilidad del gobierno del entonces presidente, Belisario Betancur, al no haber creído necesaria la evacuación de los armeritas.
Una semana antes de esta tragedia había ocurrido la toma del Palacio de Justicia en Bogotá por parte de un grupo de guerrilleros. A Betancur y a Iván Duque Escobar, padre del actual presidente de Colombia, se les consideró como los máximos responsables de lo sucedido. El renacer Un mes y medio después de la tragedia, el padre Álvaro González, entonces decano de la Facultad de Ingeniería, fue a Armero en busca de Teresa y Manuel, a quien se llevó a Bogotá para vivir en el último piso del edificio central de la universidad.
Posteriormente, los hijos de los patrones de sus papás lo contactaron porque se sentían en deuda con ellos. Le propusieron adoptarlo, a lo que Manuel aceptó. Eran personas muy adineradas, en un apartamento de 300 metros cuadrados, tenían ama de llaves, chofer y un carro de marca Mercedes Benz.
Al mes de vivir con ellos, Manuel se sentía incómodo, sentía que no encajaba. Sabía que él no pertenecía allí y regresó a vivir a la universidad. Al cabo de un tiempo, la universidad le ayudó a Manuel a conseguir su primer trabajo en una empresa italiana y con lo que ganaba rentó un apartamento. Ahí lloraba todas las noches en medio de la oscuridad, preguntándose el por qué de lo sucedido.
Manuel y una de sus estudiantes en la actualidad. Hoy en día Manuel goza de buena reputación. Ha sido director de proyectos y tiene cerca de nueve menciones de honor. Uno de sus pupilos, Sebastián Martínez, afirma que trabajar con Manuel es emocionante, debido a que muestra que no hay un límite y que siempre se puede dar más, motiva a sus estudiantes a tener una visión alta de poder alcanzar las metas de manera exitosa.
- Se graduó de Microbiología y de Ingeniería Industrial con el mejor promedio de la facultad, trabajó en el año 2000 en los restaurantes Kokoriko como gerente de control de calidad.
- Actualmente tiene una maestría y doctorado en Psicología del Consumidor de la Universidad Konrad Lorenz, donde se graduó con honores.
Su amigo Fernando Marroquín resalta de Manuel su disciplina, constancia, inteligencia, la capacidad de ser autodidacta, su espíritu de compartir conocimiento como las herramientas de Manuel para dar más de la media. Tiene una empresa de publicidad llamada “Brand Men” y da cursos abiertos online en la Javeriana (moocs), de lo cual se siente muy orgulloso debido a una experiencia que tuvo con uno de sus estudiantes, quien tenía que viajar en lancha, hora y media, a un lugar donde había luz e internet para poder ver el curso y devolverse a las nueve de la noche en una canoa por el río Atrato a su bohío.
¿Dónde fue la tragedia de Armero?
Por: Santiago Serna Duque El 13 de noviembre de 1985, una pequeña erupción en el volcán del Nevado del Ruiz en el departamento de Caldas, Colombia, derritió el 10% del casquete glaciar de la montaña. Esto produjo una serie de lahares -flujos de sedimento y agua producto de la actividad volcánica- que descendieron por las laderas y aumentaron los cauces de varios ríos de la zona.
El municipio de Armero (departamento de Tolima), ubicado a unos 50 kilómetros del volcán del Ruiz, fue el más afectado. La avalancha de sedimentos volcánicos arrasó con el pueblo y cobró la vida de más de 20 mil personas. A su vez, los lahares que bajaron por el costado occidental del nevado afectaron a municipios como Chinchiná y Villamaría, donde se registraron otras 3.000 víctimas fatales.
Han pasado 35 años desde esa erupción y, con el tiempo, los mitos en relación al desastre natural crecieron. En conversación con la Agencia Anadolu, el doctor en geología de la Universidad de Auckland de Nueva Zelanda, Hugo Murcia, explicó cómo se produjo la segunda explosión volcánica más devastadora del siglo XX en el mundo.
Según Murcia, antes de la tragedia de Armero había un desconocimiento sobre la letalidad que podían generar las pequeñas erupciones en volcanes con casquetes glaciares. “Hay flujos de diferentes tipos -dice Murcia-, pero para aquellos días no se preveía en el mundo que una pequeña erupción podía generar un evento tan grande.
Si bien algunas personas -a partir del registro geológico- inferían un poco de lo que podía ocurrir, pues realmente no existía un ejemplo histórico de este tipo”. “En efecto, se sabía un año antes (1984) que había una actividad y que el volcán podía hacer erupción, pero nunca que una erupción pequeña tuviese la capacidad de producir un evento en términos de flujos volcánicos tan grandes”, apuntó el experto.
Las erupciones de volcanes se miden en una escala que va de 1 a 8 en el Índice de Explosividad Volcánica (Volcanic Explosivity Index, originalmente en inglés). La erupción del Ruiz, en 1985, fue de categoría 3. “Eso quiere decir que fue muy pequeña y bastante común. Pero el problema es que existía un casquete glaciar y, además de esto, era un volcán con muchísima altura, lo que nosotros llamamos la energía potencial.
La altura del volcán del Ruiz es de 5.320 metros y la zona base en donde llegaron a emplazarse los tubos es de entre 500 y 600 metros de altura sobre el nivel del mar. Todo esto hizo que, como decimos, se pudieron engordar los flujos durante su avance y, de esa manera, llegaron flujos gigantes a la parte de Armero”.
Ver también: Colombia tiene dos volcanes entre los más peligrosos de Latinoamérica Contrario a lo que muchos piensan, la población de Armero no fue arrasada por una mezcla de lava y agua, precisa el experto. “Se habla que la lava llegó hasta Armero. Eso es falso. En ese momento no salió lava del volcán.
La lava, para nosotros, es cuando el magma, que es lo que viene ascendiendo y ocasiona la erupción, sale de una manera efusiva. Lo que ocurrió en el Nevado del Ruiz fue que dicho magma se fragmentó, se rompió en pedacitos y se produjeron piroclastos (material volcánico expulsado a través de la columna eruptiva arrojado al aire durante una erupción volcánica)”.
¿Cuándo fue lo que pasó en Armero?
Hacia mediados de la década de los ochenta una nube oscura parecía haberse posado sobre Colombia: el Jueves Santo de 1983 un terremoto dejó unos 300 muertos en Popayán, una de las ciudades más devotas del país. En 1984 el ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, fue asesinado por sicarios bajo las órdenes de Pablo Escobar.
El 6 de noviembre de 1985, un comando de guerrilleros del M-19 asaltó el Palacio de Justicia de Bogotá. Las 28 horas de la toma y posterior retoma por parte de las Fuerzas Armadas dejaron 101 personas muertas y 11 desparecidas. Y, cuando parecía que las cosas no podían ir a peor, justo una semana después el volcán Nevado del Ruiz despertó con furia,
Su erupción borró un pueblo del mapa: Armero. Con un saldo de cerca de 25.000 muertos, además de miles de desplazados y familias rotas, es la mayor tragedia natural de la que se tenga registro en Colombia. El presidente de la época, Belisario Betancur, en la alocución que dio días después, se preguntaba “a qué se deben las pruebas a las que estamos siendo sometidos”.
- La única respuesta que encontraba era que la naturaleza podía golpear con toda su brutalidad “en vista de las permanente violaciones que cometemos del sistema que ella ha impuesto”, e invitaba a ser humildes.
- El Ruiz era particularmente peligroso por su doble condición de volcán y nevado.
- Además de la lava, su riesgo es que el calor que produce una erupción derrite rápidamente la nieve, lo que puede provocar el desborde de los ríos o fuertes avalanchas en las que todo se mezcla: lava, tierra, agua, rocas y ceniza.
Justamente eso pasó el 13 de noviembre de 1985, cuando a las 15:15 el magma se puso en contacto con el hielo. Una explosión freática causó un estallido de vapor, agua, ceniza y piedras. A las 16:00 empezó a caer ceniza sobre Armero, ubicado 90 kilómetros montaña abajo.
Hacia las 18:00 lloviznaba y se extendió un olor a azufre. Por el parlante de la iglesia le avisaron a la población que no se afanara, que era normal, pero les pidieron usar gafas, capuchas y pañuelos mojados para protegerse. En aquellos tiempos la información era menos inmediata, vía teléfono, radio o televisión; los computadores eran un lujo y acababa de nacer internet.
Fue un radioaficionado quien informó al Ejército que a las 17:30 las cenizas caían con mayor intensidad. A las 20:00 horas, la Cruz Roja comunicó a las cadenas radiales Caracol y RCN que emitieran una recomendación para evacuar Armero y tres municipios cercanos más, Líbano, Mariquita y Honda.
El gobernador del Tolima, el departamento que incluye a todas estas poblaciones, dijo después que el mismo 13 de noviembre se dio la orden de evacuar a Armero, pero que la gente no quiso salir. La advertencia llegó muy tarde. La sirena del pueblo se encontraba fuera de servicio, de modo que los bomberos debieron usar el vehículo de la institución para informar del riesgo y pedir a los habitantes que fueran al parque principal para luego seguramente ir al lugar más alto de la población —Armero era una planicie agrícola— y así evitar una posible avalancha.
A las 21:15 una nueva explosión produjo el derretimiento de la capa de nieve y hielo del volcán. “Un cuarto de hora después se iniciaron grandes flujos de lodo que descendieron por los ríos Gualí, Azufrado, Lagunilla, Molinos y Nereidas. El flujo de mayor volumen descendió por el río Azufrado y se unió al flujo del río Lagunilla; aguas abajo, justo en la boca del cañón del río se encontraba Armero, que fue arrasada por el lodo en su tránsito hacia el Valle del Magdalena”.
Así lo relata el libro El volcán y la avalancha, que publicó la Secretaría de Información y Prensa de la Presidencia de la República en 1986 con el fin de dejar un registro de lo ocurrido. Según quedó allí documentado, “hubo dos gigantescas ondas que se desplazaron por los ríos: primero una de agua y, seis minutos después, una de lodo, rocas y residuos”.
La avalancha se deslizó a 300 kilómetros por hora.
¿Cómo se encuentra Armero en la actualidad?
Armero es un municipio colombiano ubicado en el departamento de Tolima, cuya cabecera municipal es Guayabal. Es bañado por los ríos Sabandija, Lagunilla, Cuamo y Magdalena. Tiene una temperatura promedio de 27 grados Celsius. Se sitúa a 87 kilómetros de Ibagué, la capital del departamento.
¿Cómo quedó Armero?
Tragedia de Armero | |
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Armero tras la tragedia. Varios lahares cubrieron al municipio. | |
Volcán | Nevado del Ruiz |
Coordenadas | 4°57′48″N 74°54′20″O / 4.9633333333333, -74.905555555556 |
Fecha | 13 de noviembre de 1985 |
Daños | Armero totalmente destruido. Daños de consideración en Chinchiná y Villamaría, |
Víctimas | Entre 23 000 y 25 000. |
La tragedia de Armero fue un desastre natural, producto de la erupción del volcán Nevado del Ruiz el miércoles 13 de noviembre de 1985, que afectó a los departamentos de Caldas y Tolima, Colombia, Tras sesenta y nueve años de inactividad, la erupción tomó por sorpresa a los poblados cercanos, a pesar de que el Gobierno había recibido advertencias por parte de múltiples organismos vulcanológicos desde la aparición de los primeros indicios de actividad volcánica en septiembre de 1985.
Los flujos piroclásticos emitidos por el cráter del volcán fundieron cerca del 10 % del glaciar de la montaña, enviando cuatro lahares —flujos de lodo, tierra y escombros productos de la actividad volcánica— que descendieron por las laderas del Nevado a 60 km/h, Los lahares aumentaron su velocidad en los barrancos cercanos y se encaminaron hacia los cauces de los seis ríos que nacían en el volcán.
La población de Armero, ubicada a poco menos de 50 km del volcán, fue destruida por dichos lahares, muriendo más de 20 000 de sus 29 000 habitantes. Las víctimas en otros pueblos, particularmente en los municipios de Chinchiná y Villamaría, aumentaron la cifra de muertos a más de 23 000.
- Los esfuerzos de rescate fueron obstaculizados por el lodo, que hacía casi imposible el moverse sin quedar atrapado.
- Para el momento en el que los rescatistas alcanzaron Armero, doce horas después de la erupción, muchas de las víctimas con heridas graves ya habían muerto.
- Alrededor del mundo se publicaron tomas de vídeo y fotografías de Omayra Sánchez, una adolescente víctima de la tragedia, que estuvo atrapada durante tres días hasta que finalmente falleció.
Otras fotografías del impacto del desastre llamaron la atención de la opinión pública e iniciaron una controversia sobre el grado de responsabilidad del gobierno colombiano en la catástrofe. Esta fue la segunda erupción volcánica más mortífera del siglo XX, superada solo por la erupción del monte Pelée en 1902, y el cuarto evento volcánico más mortífero desde el año 1500.
Fue una catástrofe previsible, exacerbada por el desconocimiento de la violenta historia del volcán, pues geólogos y otros expertos habían advertido a las autoridades y a los medios de comunicación sobre el peligro durante las semanas y días previos a la tragedia. Se prepararon mapas de riesgo para las inmediaciones, pero fueron escasamente difundidos.
El día de la erupción se llevaron a cabo varios intentos de evacuación, pero debido a una tormenta las comunicaciones se vieron restringidas. Muchas de las víctimas se mantuvieron en sus hogares, tal como se les había ordenado, creyendo que la erupción ya había terminado.
El ruido de la tormenta pudo haber impedido que muchos escucharan el sonido proveniente del Ruiz. El Nevado del Ruiz ha hecho erupción en varias ocasiones desde el desastre y continúa siendo una amenaza para las más de 500 000 personas que viven a lo largo de los valles de los ríos Combeima, Chinchiná, Coello-Toche y Gualí,
Un lahar (o un grupo de lahares) similar en tamaño al de 1985 puede ser iniciado por una erupción relativamente pequeña y podría viajar hasta cien kilómetros desde el volcán. Una erupción lo suficientemente grande puede llegar a afectar con caída de ceniza a Bogotá, la capital del país.
- Para combatir esta amenaza, el Gobierno colombiano creó la Dirección de Prevención y Atención de Desastres, un ente especializado encargado de concienciar a la población sobre las amenazas naturales.
- El Servicio Geológico de los Estados Unidos creó también el Programa de Asistencia en Desastres Volcánicos y el Equipo de Asistencia en Crisis Volcánicas, los cuales evacuaron a cerca de 75 000 personas del área cercana al monte Pinatubo antes de la erupción de 1991.
Adicionalmente, varias ciudades de Colombia cuentan con programas propios para crear conciencia frente a los desastres naturales. A su vez, el Servicio Geológico Colombiano (anteriormente INGEOMINAS) realiza el estudio de los riesgos de origen geológico en el país.
¿Por qué no evacuaron Armero?
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas. Hace 29 años, el 13 de noviembre de 1985, un pueblo colombiano, fue sepultado por una gran avalancha de lodo y rocas.
- Según los cálculos, unas 25 mil personas quedaron enterradas debido a que el rio Lagunilla convirtió a Armero, en una inmensa y mortífera laguna de fango.
- Fue una tragedia anunciada con mucha anticipación ya que un grupo de expertos en vulcanología, luego de un análisis concienzudo, anunciaron que podría ocurrir un deshielo al que nadie hizo caso.
Cuando se dio la tragedia muchas personas recordaron que un sacerdote llamado Pedro María Ramírez y quien fuera párroco de Armero fue baleado y mientras agonizaba dizque dijo que en Armero no quedaría piedra sobre piedra y que ese pueblo sería maldito.
Muchos siguen creyendo que fue debido a esa maldición que se dio la avalancha. Hace 29 años el 13 de noviembre, el volcán expulso arena caliente, derritió las nieves y se formó la avalancha que sepultó para siempre jamás al pueblo más pujante de la zona y también alcanzó a afectar a Chinchina y Villamaría.
Según algunos informes, “El día de la erupción salieron columnas de ceniza oscura del volcán alrededor de las 3:00 p.m., hora colombiana. El director local de la Defensa Civil Colombiana, quien fue rápidamente informado de la situación, contactó con Ingeominas, organismo que determinó que el área debía ser evacuada; a continuación se le dijo que debía contactar a los directores de la Defensa Civil en Tolima y Bogotá.
- Entre las 5:00 y 7:00 p.m., la ceniza dejó de caer y las autoridades locales instruyeron a las personas para que se «mantuvieran calmadas» y volvieran a sus casas.
- Alrededor de las 5:00 p.m.
- Fue convocada una reunión del comité de emergencia, y cuando esta terminó a las 7:00 p.m.
- Varios miembros contactaron a la Cruz Roja regional para acordar detalles sobre los esfuerzos de una posible evacuación en Armero, Mariquita y Honda.
La Cruz Roja de Ibagué contactó a las autoridades de Armero y ordenó una evacuación que no fue llevada a cabo debido a problemas eléctricos causados por una tormenta. La fuerte lluvia y los rayos producto de la tormenta pudieron ocultar el ruido del volcán, y sin ningún esfuerzo sistemático de alerta, los residentes de Armero no eran conscientes de la actividad que se desarrollaba en el Nevado del Ruiz.
- A las 9:45 p.m., después de que el volcán hiciera erupción, los funcionarios de la Defensa Civil de Ibagué y Murillo trataron de advertir a las autoridades de Armero, pero no pudieron contactar.
- Después, lograron escuchar conversaciones entre algunos dirigentes de Armero y otras personas; en la más famosa de estas conversaciones se escucha al alcalde de Armero hablando a través de una radio casera, diciendo que «él no cree que allí haya mucho peligro», aunque finalmente fue arrastrado por el lahar”.
Esta tragedia también fue advertida por el escritor Gustavo Álvarez Gardeazábal, pero nadie hizo caso de su voz de alerta y así surgió la novela “Los sordos ya no hablan” en la que el escritor cuenta como se hizo caso omiso de las advertencias, no solo de los expertos, sino las que enviaba el mismo volcán con sus fumarolas y los temblores producidos días antes de la tragedia.
- Como imagen para el no olvido de éste doloroso trance para Colombia, las fotos de Omaira Sánchez, quien estuvo atrapada por el lodo durante tres días antes de morir, le dieron la vuelta al mundo.
- La muerte se apoderó de Armero y dejó como saldo más de 22 mil personas muertas.
- Unas muertes en complicidad con la desidia oficial pues fueron innumerables los llamados a las autoridades acerca del peligro que representaba el volcán y como siempre la respuesta fue “que el gobierno estaba actuando para atender la situación”.
Tuvo razón Gardeazábal con el título del libro en el que narra la tragedia”Los sordos, ya no hablan”.
¿Cuántas personas se salvaron en la tragedia de Armero?
Fue él quien en 1995 gestó la fundación Armando Armero, a través de la cual busca el rastro de 263 pequeños que sobrevivieron a la avalancha criminal de la noche de ese 13 de noviembre, pero que fueron entregados en adopción o simplemente acogidos por alguien sin dejar rastro.
¿Cuántas personas sobrevivieron a la tragedia de Armero?
Sobrevivientes de Armero luchan por mantener recuerdos que tragedia se llevó
- Sin fotografías u objetos personales que les recuerden a sus seres queridos y la vida que tuvieron, los supervivientes de la luchan por a través de relatos orales que reconstruyen la localidad colombiana arrasada hace treinta años.
- Se estima que, tras la erupción del volcán Nevado del Ruiz y el represamiento del río Lagunilla que provocó el mortal alud, Armero, la mayoría de los cuales quedaron malheridos, conmocionados y sin ningún sitio al que regresar.
- La mayoría de ellos fueron realojados en las vecinas poblaciones de Lérida y Armero Guayabal, donde se afanan por no perder sus recuerdos sobre Armero antes de que se convirtiera en un inmenso camposanto la noche del 13 de noviembre de 1985.
- Guayabal era un caserío rural de Armero que, tras la catástrofe, fue convertido en nueva sede del municipio con el nombre de Armero Guayabal.
“En 1981 nos fuimos a vivir allá. Vivíamos en el barrio Santander”, cuenta a Efe Rosalba Rodríguez Martínez, que en el momento de la tragedia tenía 14 años. Ese barrio quedaba cerca del parque y de la iglesia que hacía esquina, de la que hoy solo queda la cúpula; el cementerio se encontraba a pocos minutos y la zona, marcada por el comercio, se volvió especialmente caótica la noche en que la avalancha se precipitó hacia Armero. Nelson Arciniegas, sobreviviente de la avalancha de Armero, quien narra su historia desde Armero Guayabal. “Íbamos en el carro y vimos algo oscuro”, recuerda. Su mujer iba conduciendo y el miedo la paralizó. Tras varios angustiosos minutos en los que piedras y palos traídos por el alud golpearon el auto, Arciniegas tomó el volante y salió hacia su casa para recoger a sus hijos y luego buscar una loma alta.
El exagente de policia Josías Álvarez, sobreviviente de la avalancha de Armero. “Vi a una muchacha y le grité: ¡Devuélvase porque Armero se está acabando!”, relata Álvarez, que se marchó a buscar a su familia olvidando en el caos el protocolo de conducir al pueblo hacia la loma.
Mercedez Martínez. “Cuando por la tarde empezó a caer la ceniza me fui donde la vecina y le dije: Esto no es cosa buena. Desde hacía quince días tenía yo la maleta lista porque me lo había soñado (.) Habíamos ido varias veces a practicar el camino, pero con el afán no alcanzamos”, explica.
- Así que tomó una ruta alternativa, sin la tercera de sus hijas, embarazada, que vivía en la parte que la avalancha arrasó primero.
- Rosalba, Mercedes, Josías y Nelson esperaron en la loma a que amaneciera, mientras escuchaban llantos y gritos de auxilio en las zonas bajas.
- Nelson, con acceso a una radio, oyó como millones de colombianos el temprano relato de un aviador que descubrió que Armero “era ahora una inmensa playa”.
Después el sol salió y pudieron comprobar que nada quedaba de las calles que recordaban. Rosalba no volvió a ver a su madre, ni Mercedes a su hija embarazada, ni Josías a la muchacha a la que gritó que corriera. Las describen a base de memoria porque todas sus fotografías desaparecieron en el lodo y hoy, para reconstruir el camino que todos siguieron, debe compararse los mapas de Armero antes y después del fatídico 13 de noviembre de 1985.
Los pocos documentos gráficos que quedan de la vida en Armero muestran una reunión de amigos en una piscina municipal, o la calle de la iglesia, recuerdos que recogerá el museo Omayra Sánchez, la niña cuya agonía simbolizó la tragedia y que será inaugurado por el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, el próximo 13 de noviembre.
: Sobrevivientes de Armero luchan por mantener recuerdos que tragedia se llevó
¿Cuál ha sido el desastre natural más grande de Colombia?
Anexo:Desastres de Colombia por número de víctimas
Desastre | Muertes | |
---|---|---|
1. | Pandemia de COVID-19 | 141.996 |
2. | Epidemia de viruela de 1558-1560 | 40.000 (aprox.) |
3. | Tragedia de Armero | 25.000 (aprox.) |
4. | Epidemia de cólera de 1849-1850 | 20.000 (aprox.) |
¿Cuántos niños se perdieron en Armero?
Los niños desaparecidos de Armero De acuerdo a reportes de fundaciones y familias que sobrevivieron en la avalancha, al menos 514 niños se perdieron en la catástrofe luego de ser rescatados con vida; aun así, jamás se volvieron a ver con sus familias.
¿Por qué no se pudo rescatar a Omaira?
Muerte – Colombia y la mitad del mundo permanecen con la amarga sensación de que Omayra Sánchez podría haber sido capaz de seguir viviendo después de permanecer casi 60 horas atrapada de la cabeza a los pies en medio de los escombros de Armero. Su rostro, sus palabras, y su coraje, los cuales se transmitieron en televisión a través del mundo y fueron una imagen descorazonadora en los grandes periódicos y revistas de los Estados Unidos y Europa, permanecerán como testimonio de acusación contra aquellos quienes pudieron, al menos, minimizar la tragedia.
Germán Santa María Barragán en El Tiempo, 23 de noviembre de 1985 A pesar de su difícil situación, Omayra se mantuvo relativamente positiva: le cantó a Germán Santa María Barragán, un periodista que trabajaba como voluntario, pidió comida dulce, tomó soda, y accedió a ser entrevistada. En la entrevista, Omayra Sánchez había dicho sus últimas palabras a su mamá: «Madre, si me escuchas, quiero que reces por mí para que todo salga bien».
A veces, ella estaba asustada, oraba o lloraba. En la tercera noche comenzó a tener alucinaciones, diciendo que no quería llegar tarde a la escuela, y mencionó un examen de matemáticas. Cerca del final de su vida, se le enrojecieron los ojos, se le hinchó la cara, y las manos le quedaron blancas.
- En un momento pidió a las personas dejarla, para que pudiera descansar.
- Horas más tarde, los trabajadores regresaron con una bomba y trataron de salvarla, pero sus piernas estaban dobladas en el concreto como si estuviera de rodillas, y era imposible liberarla sin cortar sus piernas.
- Careciendo del equipo quirúrgico para salvarla de los efectos de una amputación, los doctores presentes estuvieron de acuerdo en que sería más humano dejarla morir.
En total, Omayra sufrió durante casi tres noches (aproximadamente 60 horas) antes de morir aproximadamente a las 10:05 del 16 de noviembre de 1985, probablemente debido a la gangrena o hipotermia, Su hermano sobrevivió a los lahares; su padre y su tía murieron.
Su madre expresó sus sentimientos acerca de la muerte de Omayra: «Es horrible, pero tenemos que pensar acerca de la vida. Voy a vivir para mi hijo, quien sólo perdió un dedo». Debido a que el público se dio cuenta de la situación a través de los medios de comunicación, su muerte se convirtió en un símbolo de la incapacidad de los funcionarios que debían ayudar a las víctimas, quienes podrían haberse salvado.
La polémica se desató después de las descripciones de escasez que se publicaron en los periódicos, desmintiendo lo que las autoridades habían indicado previamente: que habían utilizado lo mejor de sus suministros. Los trabajadores voluntarios dijeron que hubo una falta de recursos básicos como palas, herramientas de corte y extensores.
¿Cuál es el volcán más peligroso de Colombia?
En Ecuador están ubicados tres de los diez volcanes activos más peligrosos de la región. – El volcán Nevado del Ruiz, que en 1985 hizo erupción causando la muerte de 25 mil personas en Armero (Tolima), Chinchiná (Caldas) y Mariquita (Tolima), es uno de los diez volcanes más peligrosos de América Latina.
- Los otros tres están situados en Costa Rica, Nicaragua y Colombia.
- El listado solamente incluye los volcanes activos y peligrosos, pero no los potencialmente peligrosos, porque sino en esa lista debería figurar el volcán Cerro Machín, ubicado en el departamento del Tolima.
- En Ecuador están ubicados tres de los volcanes activos y peligrosos de América Latina.
Son el Cotopaxi, el Tungurahua y el Reventador. Estos tres volcanes han tenido erupciones en los últimos 15 años. Sobre el Cotopaxi han vigilancia constante por su estilo eruptivo, relieve, cobertura glacial y por la cantidad de poblaciones que están a su alrededor y están expuestas a sus amenazas. El volcán nevado Cotopaxi visto desde el ingreso al Parque Natural homónimo. Foto: Juan David López M. / EL TIEMPO. De los diez volcanes activos más peligrosos de América Latina, dos están en México. Se trata de los volcanes Popocatépel y Colima. El primero está en nivel de actividad amarillo y una de sus más impresionantes explosiones se registró en enero de 2020.
El segundo es el más activo de México por sus erupciones en los últimos 500 años, la más reciente en el 2017. (Le recomendamos: Volcán Nevado del Ruiz: Procuraduría pide terminar mapas de riesgo en Tolima) En Guatemala están dos de los volcanes más peligrosos. Son el volcán de Fuego, que el 3 de junio de 2018 hizo erupción dejando varios muertos y miles de damnificados, y el Santiaguito, que es uno de los más jóvenes y peligrosos de este país centroamericano.
En el 2016 hizo erupción y arrojó piróclastos. El Volcán de Fuego el cual está ubicado cerca a la capital de Guatemala. El volcán Turrialba, en Costa Rica; el volcán Masaya, en Nicaragua y el volcán Nevado del Ruiz son los otros tres volcanes en el listado de los diez más peligrosos de América Latina.
¿Qué pasa si se activa el Nevado del Ruiz?
¿Qué pasaría si el volcán del Nevado del Ruiz hiciera erupción mañana? ‘ Sería una erupción que puede hacer afectaciones tanto en los cauces de los ríos a las personas que están cerca y de manera que puede generar flujos de lodo o flujos piroclásticos ‘indicó.
¿Cuántos volcanes están activos en Colombia?
Colombia cuenta con 21 volcanes activos, entre ellos el Nevado del Ruiz, Galeras y Cerro Machín, cuya actividad se debe a diferentes factores.
¿Qué fue lo único que se salvó de Armero?
Un día antes de cumplir seis meses de vida, Marcela Gamboa estaba con sus padres en casa, en el barrio 20 de julio de Armero, cuando su padre escuchó un bramido que parecía venir de las profundidades de la tierra y que iba a cambiar sus vidas para siempre.
- Marcela, quien hoy tiene 36 años de vida, compartió su testimonio con ELTIEMPO.COM y narró cómo vivió su familia la noche en que la erupción del volcán Nevado del Ruiz produjo una avalancha de lodo y lava que cobró la vida de más de 23 mil personas y dejó alrededor de 263 niños desaparecidos.
- Nació el 14 de mayo de 1985.
Era hija única y cada mes su mamá le hacía una celebración. El 14 de noviembre iba a cumplir 6 meses, pero el día anterior le dio una fiebre bastante alta, por lo que su mamá, Martha Lucía Jiménez, la llevó al médico de Armero quien le diagnosticó amigdalitis y le pidió a Martha Lucía resguardar a Marcela en casa.
Ese 13 de noviembre salieron juntas del médico hacia la casa de sus abuelos maternos, doña Ofelia y don Uldarico, quienes vivían en la calle principal de Armero, donde tenían una panadería y heladería bastante conocida en el municipio y a la que nombraron El Nevado. “A mi abuelita todo el mundo la conocía como la ‘Mona Ofelia'”, señala Marcela a la App.
“Mi mamá le contó a mi abuelita que yo estaba enferma y que por unos días no iba a poder ir a visitarla. Luego nos despedimos y mi abuelita le dio a mi mamá una cadena y una pulsera de la virgencita para que me la diera al día siguiente por mis seis meses”, añade Marcela.
Según la joven, su madre recuerda a la perfección las últimas palabras de su abuela: “Mija póngale a la niña esta cadena y esta pulserita por sus seis mesesitos y pues bueno, será verla en estos días para que me la traiga”. Acto seguido las dos salieron de la casa de doña Ofelia para ir a la suya que quedaba bastante alejada en el barrio 20 de Julio de Armero, un lugar que en distancia podría semejarse con la que hoy en día hay entre Bogotá y Soacha.
Marcela cuenta que ese día llegaron a casa y su mamá inmediatamente se puso tapabocas porque el olor a azufre y las cenizas que caían del volcán se habían intensificado. ” Esto para la gente del pueblo era algo normal porque el volcán a cada rato soltaba ceniza y olía a azufre.
- Pero a muchos nunca nadie les dijo que era peligroso vivir junto a un volcán”, recalca Gamboa.
- Marcela vivía junto a sus padres en la casa de sus abuelos paternos: Gregorio y Elvia, donde también vivían tres hermanos menores de su papá: Elvia, Martha Yaneth y Gregorio, a quien llamaban cariñosamente Goyo.
Escuchó un bramido impresionante que parecía venir del fondo de la tierra En la foto, el papá de Marcela (izquierda), junto con su tío Goyo. Foto: Archivo de Marcela Gamboa. Martha Lucía, la madre de Marcela, era ama de casa, y su papá, Julio Gamboa, trabajaba con su padre (abuelo de Marcela) con un camión que tenían para transportar algodón o sorgo de las fincas que había alrededor de Armero.
- Ese día jugaba Millonarios contra el Deportivo Cali, por lo que el padre de Marcela llegó a casa corriendo para sentarse a ver el partido.
- A eso de las 7 de la noche, según don Julio le contó a Marcela, empezó a caer un aguacero tremendo.
- Tras el partido don Julio se fue a dormir en un colchón que había puesto junto a la cama de su esposa.
Había cogido ese hábito desde que Marcela había nacido para que su esposa pudiera dormir bien junto a la bebé. ” También guardaba siempre una linterna a su lado”. “Lo que él cuenta es que al momento de acostarse y poner la cabeza sobre la almohada, escuchó un bramido impresionante que parecía venir del fondo de la tierra.
Justo en ese momento se fue la energía eléctrica y todo Armero quedó a oscuras”, narra Gamboa. El silencio no duró mucho tiempo pues un vecino llegó a golpear fuertemente una de las ventanas de la casa y a gritarle al abuelo de Marcela: “Gregorio, salgan que el volcán se explotó”. El padre de Marcela automáticamente se levantó y le dijo a su esposa: “Martha, coja a la niña que nos vamos.
Esto se acabó”. La mamá de Marcela hizo eso exactamente y solamente se la llevó a ella. “No tuvo tiempo de sacar ropa, ni comida, ni nada, hasta se fue en pijama y sin zapatos”. El papá de Marcela empezó a correr a los cuartos de sus hermanos para gritarles que salieran corriendo.
- Pero cuando llegó donde su padre, don Gregorio, él se negó a salir.
- Le dijo: “eso qué cuentos de volcán, mañana madrugan es los ladrones a robarle a uno las cositas.
- Yo mejor me quedo y si algo me subo a la terraza de la casa, que eso seguro debe ser el río”.
- Mientras tanto, don Julio le indicó a su hermano Goyo que fuera por el camión que estaba parqueado cerca a la casa.
“Ellos cuentan que lo único que se empezó a escuchar en ese momento fueron los gritos de la gente. Después, mi abuelo observó cómo los postes de electricidad empezaron a caerse y que la tierra se empezó a abrir como si fuera un terremoto. Ahí sí se fue para el camión”. Este camión azul fue el que sacó a la familia Gamboa de su casa, junto a varios vecinos, hasta ser arrastrado por la avalancha y estrellarse contra un cerro. Foto: Archivo de Marcela Gamboa. Justo después llegó Goyo con el camión y se parqueó para que todos se subieran, pero los vecinos que vieron el carro también empezaron a encaramarse.
- Ese camión se llenó de gente”.
- En la cabina iba Goyo manejando y luego se subió doña Elvia.
- De repente la mamá de Marcela le pasó a la bebé a su suegra y le dijo atacada llorando: “señora Elvia, cuide a Marcela que yo me voy a ir a traer a mi mamá”.
- En cuanto el papá de Marcela escuchó eso empezó a sacudir a su esposa y a decirle: “usted qué va a hacer, si su mamá vive arriba y eso ya tuvo que haberse acabado todo”.
Finalmente, don Julio la metió al carro a la fuerza. Aprovechando que vivían a las afueras de Armero, tomaron una carretera destapada que lleva a una vereda que se llama Maracaibo. El papá de Marcela le contó que anduvieron más o menos 10 minutos por esa trocha, a oscuras y a toda velocidad, cuando pudo ver lo que él compara con una máquina trituradora de cemento o un remolino, acercarse tan rápido que alcanzó el carro,
- Era una avalancha de lodo que nos arrastró más o menos lo que corresponde a siete cuadras”.
- El carro iba patinando en el lodo y don Julio pudo ver por las luces traseras rojas cómo la gente y los animalitos se revolcaban entre ese lodo.
- El camión finalmente patinó y se estrelló contra una montaña que allá se conoce como el cerro del Alto de la Cruz.
“En ese momento todo el mundo empezó a lanzarse del camión hacia ese lodo hirviendo y lleno de escombros, para tratar de subir la montaña. Todos gritaban desesperados y trataban de encontrarse para huir de la avalancha”. ‘La Mona Ofelia’, abuela de Marcela y conocida de la gente de Armero por su negocio Panadería y heladería El Nevado. Foto: Archivo de Marcela Gamboa. La familia se divide en tres Por su parte, el papá de Marcela subió la montaña, hasta que más o menos 7 minutos después se dio cuenta de que iba solo.
En ese momento él dio por hecho que toda su familia había muerto. “Mi papá dice hoy en día: “que Dios me perdone, pero en ese momento yo solo pensaba en subir esa loma y tirarme porque ya no tenía motivos para seguir viviendo”. Por otro lado, Goyo le arrebató de los brazos de su abuela (Elvia) a Marcela, la alzó y decidió llevarla junto a su tía Martha Yaneth en brazos.
Ambos empezaron a subir el cerro, pero por otro camino. “Ellos cuentan que el aguacero no paraba y que cuando ya iban en cierto punto de la montaña mi tía Martha empezó a gritarle a mi tío Goyo: “no me suelte”. Es que íbamos por una loma peligrosa, era una pared de piedra y no había casi de dónde agarrarse”.
- El grito Justo en ese momento el papá de Marcela escuchó el grito de su hermana y le pidió a un señor que acababa de encontrarse que le prestara la linterna que llevaba para bajar a buscar a su familia, pues creía que estaba viva.
- Bajó corriendo y en el camino se reencontró con su hija Marcela, su hermano Goyo y su hermana Martha Yaneth.
Pero todos iban convencidos de que el resto estaban muertos. “Mi papá Julio cuenta que era tanto lo que yo lloraba que tuvo que ponerme su pecho para calmarme, así no me alimentara, él me ponía el pecho y yo me calmaba. Iba totalmente mojada y asustada”.
- Ahí mi mamá empezó a gritar, a perderse, a sacudir a mi abuela y a reclamarle que le entregara a la bebé, que ella se la había dado.
- Empezó a perder la razón.
- Por otro lado, la mamá de Marcela salió del camión con su suegra, su suegro y su cuñada, también llamada Elvia.
- A su lado también huyeron más vecinos, todos rumbo a la montaña.
Cuando llegaron a determinado punto, la mamá de Marcela le dijo a su suegra: “señora Elvia, venga yo le ayudo a cargar a Marcela, venga le tengo la niña”. En ese momento su suegra le responde: “no mija, pero si yo la niña que tengo no es Marcela, es la hija de Eugenia, la vecina, ella me la pasó”.
Ahí mi mamá empezó a gritar, a perderse, a sacudir a mi abuela y a reclamarle que le entregara a la bebé que ella se la había dado. Empezó a perder la razón. La gente cuenta que ella decía que me escuchaba por todas partes”. En ese momento se escuchaba el llanto de los que habían podido salvarse y los gritos de los que se habían quedado abajo en el camión y se estaban muriendo.
Nadie bajó a ayudarlos por miedo a que una nueva avalancha y se los llevara. Dos horas más tarde, la mamá de Marcela decidió volver a bajar hasta el camión e ir a buscar a la bebé. Todo el mundo intentó convencerla de que no fuera, pero ella dijo que iba así fuera sola.
- Entonces su cuñada, Elvia, decidió acompañarla y ambas bajaron con una linterna prestada.
- Al llegar, Elvia le dijo a su cuñada: “Martha, yo no me meto allá, me da miedo, desde aquí le alumbro para que usted pueda ver”.
- Ahí la mamá de Marcela atravesó una cerca que había arrancándose la ropa e hiriendo su cuerpo.
Dio un salto y se subió al camión, pero cuando pudo asomarse a la cabina, lo único que vio fue la cobija que debía estar arropando a Marcela. “En ese momento ella dedujo que yo había dado el bote y que me había ahogado en ese lodo. Volvió a subir al cerro llorando, se encontró con mis abuelos y le reclamó nuevamente a mi abuela porque me había soltado”.
El desierto de Armero Amaneció. Eran más o menos las 5 de la mañana cuando el papá de Marcela pudo finalmente observar el desierto en el que se había convertido Armero. Todos los demás lloraban de lo impresionante que era ver una masa infinita de lodo en el horizonte. Decidieron bajar la montaña y empezar a caminar hacia algún lugar donde pudieran ayudarlos.
Llegaron a una finca que quedaba en el camino hacia la vereda Maracaibo, también en el Tolima, donde los acogieron y donde ya estaban personas de la Defensa Civil haciendo un listado de los sobrevivientes. La dueña de la casa les dio ropa y comida, a ellos y a muchas personas más que llegaron al mismo punto.
Acto seguido, los hombres de la Defensa Civil le pidieron al papá de Marcela inscribirse en la lista. “Mi papá alcanzó a leer los nombres de mi mamá, mi abuela (su mamá) y del resto. Les preguntó a los funcionarios dónde estaban esas personas que se habían anotado en la lista y le respondieron que en una finca más abajo”.
Los cuatro salieron camino a la siguiente finca, donde efectivamente se reencontraron con la mamá de Marcela y los demás. De vuelta a la vida “Mi mamá cuenta que en ese momento le volvió la vida, que corrió a cargarme y me apretó en su pecho y no quería que nadie más me tocara”. Martha Lucía Jiménez, (izquierda), con sus padres Ofelia y Uldarico, desaparecidos de Armero. Foto: Archivo de Marcela Gamboa. Una larga búsqueda Desde ese día comenzó la búsqueda de los abuelos maternos de Marcela. Su madre salió en todos los medios de comunicación pidiendo información de doña Ofelia y don Uldarico, pero ellos nunca aparecieron. En la foto, Marcela Gamboa, de 5 años, junto al padre Rafael García Herreros quien decidió volver a Lérida, en el Tolima, para visitar a todas las personas que ayudó tras la tragedia de Armero. Foto: Archivo de Marcela Gamboa. El nuevo comienzo Por esos días empezaron a llegar camiones que iban para diferentes destinos, unos para Medellín, otros para Cali.
- Nosotros nos subimos en el que decía que iba para Bogotá.
- Eso fue más o menos 3 o cuatro días después de la avalancha”.
- En Bogotá llegaron a la iglesia que queda frente a la estación de Transmilenio del Ricaurte, donde las monjas los ayudaron y les dieron comida, vestuario y luego una casa para vivir.
“Pero al tiempo mi papá quiso que nos fuéramos para Lérida, en el Tolima. Allá el padre Rafael García Herreros, el del Minuto de Dios, decidió regalarnos una casa en la que vivimos por mucho tiempo”. Sin embargo, los padres de Marcela tuvieron otras dos niñas y, cuando Marcela cumplió 14 años, decidieron devolverse a Bogotá para buscar un mejor futuro para las niñas. Rosa Obando, bisabuela de Marcela y última sobreviviente de Armero rescatada. Doña Rosa fe encontrada en el techo de su casa 27 días después de la tragedia y vivió hasta los 101 años. Foto: Archivo de Marcela Gamboa. La última sobreviviente de Armero La bisabuela paterna de Marcela, doña Rosa Obando, vivía sola en su casa en Armero.
- Ella tampoco quiso salir el día de la tragedia y prefirió resguardarse en la terraza de su hogar.27 días después de la tragedia Jorge, un tío abuelo de Marcela, tuvo el presentimiento de que su madre estaba viva, y decidió volver a Armero a buscarla.
- Con ayuda de la Defensa Civil y de la Cruz Roja, Jorge llegó al lugar en helicóptero, porque no se podía ingresar a Armero por tierra, pues todo estaba inundado de lodo y la gente podía hundirse.
El helicóptero fue hasta la terraza de doña Rosa, a quien encontraron totalmente deshidratada, pero viva. La bisabuela de Marcela aguantó frío, sol y lluvia. Ella fue la última sobreviviente que sacaron de Armero y todo el mundo conoció su historia: la de ‘Mamá Rosa’.
A ella la llevaron a un hospital en Ibagué para recuperarla. Mamá Rosa contaba que cuando estaba en el tejado, lo único que le pedía a Dios era que le permitiera vivir más años y murió de 101 hace poco tiempo. Cesar Payán, el mejor amigo de la familia Cesar Payán, el mejor amigo del papá de Marcela, vivió otra historia.
Él era casado y tenía dos hijas de 2 y 4 años. Los cuatro alcanzaron a subirse al carro y a andar por la carretera, pero la avalancha los alcanzó, los tiró hacia un lado y los cubrió. Cesar pudo salir del carro con sus dos hijitas, pero su esposa quedó atrapada.
- Payán caminó todo lo que pudo hasta llegar a un lugar donde había gente de la Cruz Roja.
- Ahí vio a una señora de la entidad y le rogó que cuidara de las niñas para él poder regresar por su esposa que había quedado atrapada en el carro.
- La señora le dijo que fuera tranquilo, pero acompañado por alguien más.
Así junto a un hombre Cesar regresó por su esposa, pero ella ya había fallecido. Payán cargó su cuerpo y lo llevó a la misma vereda donde había dejado a sus hijas. Sin embargo, al arribo, la señora con quien las había dejado, junto con sus pequeñas, había desaparecido. Marcela iba a cumplir seis meses cuando la tragedia tocó las puertas de su hogar y por poco acaba con toda su familia.33 años después Hoy en día Marcela es técnica profesional en sistemas. Tiene dos hijas mellizas y vive en Bogotá. Todavía se le corta la voz cuando habla de lo que vivió su familia y de cómo sus abuelos maternos nunca fueron encontrados.
¿Cómo se llama el nuevo Armero?
Mediante el Decreto 1926 del 22 de noviembre de 2022, el gobernador Ricardo Orozco Valero designó a Ricardo Ramírez Alfaro, como alcalde de Armero Guayabal, tras la renuncia de Medardo Ortega Fonseca, quien dio un paso al costado del cargo en agosto de este año.
¿Cómo era la ciudad de Armero antes de la tragedia?
Crédito: César Zárate / Fundación Armando Armero. Los sobrevivientes y los diarios recuerdan a Armero como un lugar de comercio con habitantes que prosperaban en medio del clima cálido del Tolima. Tenía su propia plaza de mercado, una hermosa calle real ubicada en la 11, con un gran coliseo de pesas conocido por recibir a grandes deportistas, y con una hermosa iglesia blanca ubicada al borde de la avenida principal,
Te puede interesar: Judicializados dos hombres señalados de graves agresiones a dos perros en Yopal y Chaparral El pueblo, de habitantes campesinos, se caracterizaba por sus cultivos de arroz y de algodón, por lo que llevaba el sobrenombre de la ‘Ciudad Blanca’,
Cortesía: Universidad Católica de Pereira Por su parte, Rodrigo Ariza, un periodista que hace 30 años iniciaba en el mundo de la radio, señaló que por aquella época la única emisora del pueblo era Radio Armero de RCN Radio, era la más escuchada y desde allí saludaba a los campesinos y jornaleros de la época desde tempranas horas de la mañana, detalló Radio Nacional.
Te puede interesar: Dos niñas cayeron de una atracción mecánica en un parque de diversiones en Armero, Tolima: el accidente quedó grabado en video Una tragedia anunciada Antes de 1985 se registraron dos erupciones, una en 1595 y la otra en 1845. En ambas oportunidades, hubo avalanchas por el río Lagunilla, orilla en la que se ubicaba Armero.
Científicos, escaladores y personajes de la vida política, desde 1984, comenzaron a emitir alertas frente a una catástrofe que se veía venir y que muchos no quisieron escuchar. En un especial de Señal Colombia, se detalla como a principios de 1984 se comenzó a notar un aumento de temperatura en el volcán.
- Posteriormente, desde diciembre de 1984, los campesinos comenzaron a ver morir los peces de la cuenca del Otún, del Recio y de Lagunillas.
- Además, no solo se veían grandes cantidades de azufre sino que había pequeñas explosiones que antecedieron un incendio forestal.
- El 11 de septiembre de 1985 hubo una erupción de gases y vapor y lluvia que cayó sobre los municipios cercanos, justo dos meses antes de la tragedia.
El 13 de noviembre, el día de la tragedia, todo empezó a las 4 de la tarde cuando empezó a caer ceniza sobre el lugar. Dos horas después una leve llovizna cae sobre Armero. La emergencia aún no había llegado, fue cuando la población dormía, a las 11:30 p.m., que 350 millones de metros cúbicos de lodo y piedras arrasaron con el municipio, En este video de la Universidad de La Sabana se muestra a Armero antes de la tragedia: Para evitar que algo así vuelva a pasar, en 1988, tres años después de la tragedia, se creó el Sistema Nacional de Prevención y Atención de Desastres, que en 2012 fue remplazado por el Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres.
- En cuanto al control de las erupciones, como consecuencia de la tragedia se implementó en el país un programa de monitoreo volcánico.
- Según explicó al diario La Patria, el director general del Servicio Geológico Nacional, Óscar Paredes, en 1986, con la asistencia del Servicio Geológico de Estados Unidos, crearon en Manizales el Observatorio Vulcanológico de Colombia; posteriormente, llegaron los observatorios de Pasto (1989) y Popayán (1993).
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¿Por qué no se pudo rescatar a Omaira?
Muerte – Colombia y la mitad del mundo permanecen con la amarga sensación de que Omayra Sánchez podría haber sido capaz de seguir viviendo después de permanecer casi 60 horas atrapada de la cabeza a los pies en medio de los escombros de Armero. Su rostro, sus palabras, y su coraje, los cuales se transmitieron en televisión a través del mundo y fueron una imagen descorazonadora en los grandes periódicos y revistas de los Estados Unidos y Europa, permanecerán como testimonio de acusación contra aquellos quienes pudieron, al menos, minimizar la tragedia.
Germán Santa María Barragán en El Tiempo, 23 de noviembre de 1985 A pesar de su difícil situación, Omayra se mantuvo relativamente positiva: le cantó a Germán Santa María Barragán, un periodista que trabajaba como voluntario, pidió comida dulce, tomó soda, y accedió a ser entrevistada. En la entrevista, Omayra Sánchez había dicho sus últimas palabras a su mamá: «Madre, si me escuchas, quiero que reces por mí para que todo salga bien».
A veces, ella estaba asustada, oraba o lloraba. En la tercera noche comenzó a tener alucinaciones, diciendo que no quería llegar tarde a la escuela, y mencionó un examen de matemáticas. Cerca del final de su vida, se le enrojecieron los ojos, se le hinchó la cara, y las manos le quedaron blancas.
En un momento pidió a las personas dejarla, para que pudiera descansar. Horas más tarde, los trabajadores regresaron con una bomba y trataron de salvarla, pero sus piernas estaban dobladas en el concreto como si estuviera de rodillas, y era imposible liberarla sin cortar sus piernas. Careciendo del equipo quirúrgico para salvarla de los efectos de una amputación, los doctores presentes estuvieron de acuerdo en que sería más humano dejarla morir.
En total, Omayra sufrió durante casi tres noches (aproximadamente 60 horas) antes de morir aproximadamente a las 10:05 del 16 de noviembre de 1985, probablemente debido a la gangrena o hipotermia, Su hermano sobrevivió a los lahares; su padre y su tía murieron.
- Su madre expresó sus sentimientos acerca de la muerte de Omayra: «Es horrible, pero tenemos que pensar acerca de la vida.
- Voy a vivir para mi hijo, quien sólo perdió un dedo».
- Debido a que el público se dio cuenta de la situación a través de los medios de comunicación, su muerte se convirtió en un símbolo de la incapacidad de los funcionarios que debían ayudar a las víctimas, quienes podrían haberse salvado.
La polémica se desató después de las descripciones de escasez que se publicaron en los periódicos, desmintiendo lo que las autoridades habían indicado previamente: que habían utilizado lo mejor de sus suministros. Los trabajadores voluntarios dijeron que hubo una falta de recursos básicos como palas, herramientas de corte y extensores.
¿Qué consecuencias trajo para el país la tragedia de Armero?
Después de la tragedia – – Con la tragedia de Armero en 1985 alrededor de 23.000 personas murieron o desaparecieron, lo cual sumaba el 94% de la población. El otro 6% se ubicó en la región de Chinchiná. El humo y las cenizas se levantaron hasta 15 kilómetros dejando, además, más de 4.400 heridos que fueron atendidos en hospitales de Cali, Medellín, Ibagué, Manizales, Pereira, Girardot y Armenia.
Dicho humo y cenizas causaron cambios climáticos en la región y alteraciones en el cauce del río Magdalena. En total 5.092 viviendas fueron destruidas, de ellas 4.718 estaban ubicadas en Armero y 374 en Chinchiná. – Los damnificados llegaron a los 230.000, las pérdidas materiales fueron estimadas entre 35 mil y 50 mil millones de pesos.
– Para ayudar a las víctimas se creó Resurgir, una entidad que buscaba regular el dinero y reconstruir el área del desastre, entidad que, según personajes destacados de la época, se gastó la mitad en burocracia y en contrataciones costosas de personas que ni siquiera conocían la región.
¿Que sepulto a Armero?
Tragedia apocalíptica En Colombia no se sabe de un desastre natural de la magnitud de la avalancha que sepultó bajo el lodo a Armero con más de 23.000 de sus 26.000 habitantes, hace ya 30 años.
¿Cómo era la ciudad de Armero antes de la tragedia?
Crédito: César Zárate / Fundación Armando Armero. Los sobrevivientes y los diarios recuerdan a Armero como un lugar de comercio con habitantes que prosperaban en medio del clima cálido del Tolima. Tenía su propia plaza de mercado, una hermosa calle real ubicada en la 11, con un gran coliseo de pesas conocido por recibir a grandes deportistas, y con una hermosa iglesia blanca ubicada al borde de la avenida principal,
Te puede interesar: Judicializados dos hombres señalados de graves agresiones a dos perros en Yopal y Chaparral El pueblo, de habitantes campesinos, se caracterizaba por sus cultivos de arroz y de algodón, por lo que llevaba el sobrenombre de la ‘Ciudad Blanca’,
Cortesía: Universidad Católica de Pereira Por su parte, Rodrigo Ariza, un periodista que hace 30 años iniciaba en el mundo de la radio, señaló que por aquella época la única emisora del pueblo era Radio Armero de RCN Radio, era la más escuchada y desde allí saludaba a los campesinos y jornaleros de la época desde tempranas horas de la mañana, detalló Radio Nacional.
- Te puede interesar: Dos niñas cayeron de una atracción mecánica en un parque de diversiones en Armero, Tolima: el accidente quedó grabado en video Una tragedia anunciada Antes de 1985 se registraron dos erupciones, una en 1595 y la otra en 1845.
- En ambas oportunidades, hubo avalanchas por el río Lagunilla, orilla en la que se ubicaba Armero.
Científicos, escaladores y personajes de la vida política, desde 1984, comenzaron a emitir alertas frente a una catástrofe que se veía venir y que muchos no quisieron escuchar. En un especial de Señal Colombia, se detalla como a principios de 1984 se comenzó a notar un aumento de temperatura en el volcán.
Posteriormente, desde diciembre de 1984, los campesinos comenzaron a ver morir los peces de la cuenca del Otún, del Recio y de Lagunillas. Además, no solo se veían grandes cantidades de azufre sino que había pequeñas explosiones que antecedieron un incendio forestal. El 11 de septiembre de 1985 hubo una erupción de gases y vapor y lluvia que cayó sobre los municipios cercanos, justo dos meses antes de la tragedia.
El 13 de noviembre, el día de la tragedia, todo empezó a las 4 de la tarde cuando empezó a caer ceniza sobre el lugar. Dos horas después una leve llovizna cae sobre Armero. La emergencia aún no había llegado, fue cuando la población dormía, a las 11:30 p.m., que 350 millones de metros cúbicos de lodo y piedras arrasaron con el municipio, En este video de la Universidad de La Sabana se muestra a Armero antes de la tragedia: Para evitar que algo así vuelva a pasar, en 1988, tres años después de la tragedia, se creó el Sistema Nacional de Prevención y Atención de Desastres, que en 2012 fue remplazado por el Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres.
- En cuanto al control de las erupciones, como consecuencia de la tragedia se implementó en el país un programa de monitoreo volcánico.
- Según explicó al diario La Patria, el director general del Servicio Geológico Nacional, Óscar Paredes, en 1986, con la asistencia del Servicio Geológico de Estados Unidos, crearon en Manizales el Observatorio Vulcanológico de Colombia; posteriormente, llegaron los observatorios de Pasto (1989) y Popayán (1993).
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