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Elementos Que Constituyen La Cultura De Violencia En Guatemala?

Elementos Que Constituyen La Cultura De Violencia En Guatemala
La situación actual La violencia constituye un problema de salud pública. La Organización Mundialde la Saludconsidera que existe una epidemia en términos sanitarios cuando se da una tasa superior a los diez homicidios por cada 100.000 habitantes en un período de un año (OMS, 2002).

  1. En Guatemala esa tasa se encuentra en el orden de los 40 homicidios, con un índice de 13 muertes violentas diarias promedio.
  2. De mantenerse esta tendencia, en los primeros 25 años luego de la firma de los Acuerdos de Paz en 1996 que pusieron fin a una guerra que, según el Informe de la Comisiónpara el Esclarecimiento Histórico, costó la vida a alrededor de 250.000 personas (CEH, 1998), el número de muertos superará al registrado en esas casi cuatro décadas de enfrentamiento armado, período en el que el promedio de muertes diarias era de diez.

“La violencia es una de las amenazas más urgentes contra la salud y la seguridad pública”, afirma el mencionado organismo técnico de Naciones Unidas. Con estas estadísticas se considera que la situación en Guatemala está en una condición de gravedad particularmente sensible y preocupante.

Sin ánimos de ser pesimistas ni agoreros, técnicamente se puede decir que desde el punto de vista de la seguridad y la convivencia cotidiana, ahora la sociedad está en una situación comparativa que no es sustancialmente mejor que durante el conflicto armado. Aunque formalmente no hay guerra, la percepción dominante hace sentir la vida cotidiana como que sí, efectivamente, se vivieran un clima quasi bélico.

Y si no se está “peor”, al menos la actual explosión de violencia abre inquietantes interrogantes sobre la sociedad post conflicto que se está construyendo y las perspectivas futuras. En ese sentido, preocupan altamente dos cuestiones: de hecho, las causas estructurales que pusieron en marcha ese enfrentamiento interno en la década de los ‘60 en el siglo pasado no han cambiado, a lo que se suma la pesada carga dejada por uno de los más sangrientos conflictos internos con características de “guerra sucia” que vivieron las sociedades latinoamericanas en el marco dela GuerraFría, secuelas que han sido muy poco abordadas, lo que refuerza una cultura de impunidad ya histórica en el país.

  • En ese escenario, la debilidad estructural del Estado obra como un elemento que, en vez de facilitar procesos, los complica especialmente.
  • Hoy día, repitiendo y superando los índices de violencia que se podían encontrar durante la guerra, la situación cotidiana nos confronta con nuevas formas de violencia.

No hay enfrentamientos armados entre Ejército o fuerzas estatales y movimiento guerrillero insurgente, pero la situación de inseguridad que se vive a diario, en zonas urbanas y rurales, comparativamente es más preocupante. Han aparecido nuevas expresiones de violencia en estos últimos años: además de la tasa extremadamente alta de homicidios, asistimos a una explosión del crimen organizado manejando crecientes cuotas de poder económico, y por tanto, político.

¿Cuál es la cultura de violencia en Guatemala?

Editorial – Mucho se habla hoy día de la decadencia en que ha caído la sociedad guatemalteca, ante la ausencia de los más mínimos valores de convivencia humana y la falta de respeto hacia la vida misma, esto se ha ido entronizando en el subconsciente colectivo de la población, y lograr cambiar la cultura de violencia y apatía no es cosa de poco tiempo, se ha llevado alrededor de 60 años cultivar esta estructura de violencia y será muy difícil cambiarla, al menos que iniciemos por la niñez y la juventud.

  • El triángulo de la violencia es un concepto introducido por Johan Galtung para representar la dinámica de la generación de la violencia en conflictos sociales.
  • Según Galtung, la violencia es como un iceberg, de modo que la violencia visible es sólo una pequeña parte del conflicto.
  • Disminuir o suprimirla supone actuar ante todos los tipos de violencia, que serían tres: La violencia directa, la cual es la más visible y se concreta con comportamientos y responde a actos de violencia.

La violencia estructural, que se centra en el conjunto de estructuras que no permiten la satisfacción de las necesidades y se manifiesta, precisamente, en la negación de las necesidades. La violencia cultural, la cual crea un marco legitimador de la violencia y se concreta en actitudes.

A menudo, las causas de la violencia directa están relacionadas con situaciones de violencia estructural o justificadas por la violencia cultural: muchas situaciones son consecuencia de un abuso de poder que recae sobre un grupo oprimido, o de una situación de desigualdad social (económica, sanitaria, racial, etc,) y reciben el espaldarazo de discursos que justifican estas violencias.

La violencia, puede ser entendida como el uso o amenaza de uso de la fuerza o de potencia, abierta u oculta, con la finalidad de obtener de uno o varios individuos algo que no consienten libremente de hacerles algún tipo de mal (físico, psíquico o moral).

Los conflictos son situaciones de disputa en los que hay contraposición de intereses, necesidades y valores. No debemos confundir conflicto con violencia puesto que hay conflictos que pueden resolverse sin el uso de la violencia, aunque no es posible que haya violencia sin conflicto (pero esto no quiere decir que el conflicto puede ser más o menos real para todo aquel que es objeto de la violencia).

La violencia es un fenómeno social, que se aprende y por tanto también se debería poder desaprender. Por tanto, no se debe pretender eliminar los conflictos, puesto que estos son positivos en tanto que son oportunidades de transformación; se debe luchar a favor del no uso de la violencia para resolverlos.

¿Qué es la violencia y sus elementos?

La Organización Mundial de la Salud define la violencia como: El uso intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho o como amenaza, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones

¿Qué es la cultura de violencia y ejemplos?

¿Qué es la violencia? – La violencia es un concepto complejo. A menudo es entendida como el uso de la fuerza o la amenaza, que puede dar lugar a lesiones, daños, privación o incluso a la muerte. Puede ser física, verbal o psicológica. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la violencia como el “uso intencional de la fuerza física o el poder, amenazante o real, contra uno mismo, otra persona o contra un grupo o comunidad, que ocasione o tenga una alta probabilidad de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, alteración o privación”.1 Esta definición enfatiza la intencionalidad, y amplía el concepto al incluir actos derivados de las relaciones de poder.

  1. Una comprensión más amplia de la violencia directa incluye no solo la violencia “conductual”, sino también la violencia estructural, que es a menudo inconsciente.
  2. La violencia estructural son los resultados de las estructuras sociales y económicas injustas y desiguales y se manifiesta por ejemplo en la pobreza y en las privaciones de todo tipo.

Las formas de violencia se pueden clasificar de muchas maneras. Una posible clasificación es:

Violencia directa, como por ejemplo la violencia física o de comportamiento, tales como la guerra, la intimidación, la violencia doméstica, la exclusión o la tortura. Violencia estructural, por ejemplo, la pobreza y la privación de los recursos básicos y del acceso a los derechos; los sistemas opresivos que esclavizan, intimidan a los disidentes, y el abuso por las malas de los impotentes y marginados. Violencia cultural, por ejemplo, la devaluación y la destrucción de las identidades y de las formas de vida humanas particulares, la violencia del sexismo, el etnocentrismo, el racismo y las ideologías coloniales, y otras formas de exclusión moral que racionalizan la agresión, la dominación, la desigualdad y la opresión.

Pregunta: ¿Es directa, estructural y/o cultural la violencia presente en tu comunidad? ¿Cómo está presente?

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¿Cuáles son los elementos que constituyen la cultura de violencia?

La situación actual La violencia constituye un problema de salud pública. La Organización Mundialde la Saludconsidera que existe una epidemia en términos sanitarios cuando se da una tasa superior a los diez homicidios por cada 100.000 habitantes en un período de un año (OMS, 2002).

En Guatemala esa tasa se encuentra en el orden de los 40 homicidios, con un índice de 13 muertes violentas diarias promedio. De mantenerse esta tendencia, en los primeros 25 años luego de la firma de los Acuerdos de Paz en 1996 que pusieron fin a una guerra que, según el Informe de la Comisiónpara el Esclarecimiento Histórico, costó la vida a alrededor de 250.000 personas (CEH, 1998), el número de muertos superará al registrado en esas casi cuatro décadas de enfrentamiento armado, período en el que el promedio de muertes diarias era de diez.

“La violencia es una de las amenazas más urgentes contra la salud y la seguridad pública”, afirma el mencionado organismo técnico de Naciones Unidas. Con estas estadísticas se considera que la situación en Guatemala está en una condición de gravedad particularmente sensible y preocupante.

Sin ánimos de ser pesimistas ni agoreros, técnicamente se puede decir que desde el punto de vista de la seguridad y la convivencia cotidiana, ahora la sociedad está en una situación comparativa que no es sustancialmente mejor que durante el conflicto armado. Aunque formalmente no hay guerra, la percepción dominante hace sentir la vida cotidiana como que sí, efectivamente, se vivieran un clima quasi bélico.

Y si no se está “peor”, al menos la actual explosión de violencia abre inquietantes interrogantes sobre la sociedad post conflicto que se está construyendo y las perspectivas futuras. En ese sentido, preocupan altamente dos cuestiones: de hecho, las causas estructurales que pusieron en marcha ese enfrentamiento interno en la década de los ‘60 en el siglo pasado no han cambiado, a lo que se suma la pesada carga dejada por uno de los más sangrientos conflictos internos con características de “guerra sucia” que vivieron las sociedades latinoamericanas en el marco dela GuerraFría, secuelas que han sido muy poco abordadas, lo que refuerza una cultura de impunidad ya histórica en el país.

En ese escenario, la debilidad estructural del Estado obra como un elemento que, en vez de facilitar procesos, los complica especialmente. Hoy día, repitiendo y superando los índices de violencia que se podían encontrar durante la guerra, la situación cotidiana nos confronta con nuevas formas de violencia.

No hay enfrentamientos armados entre Ejército o fuerzas estatales y movimiento guerrillero insurgente, pero la situación de inseguridad que se vive a diario, en zonas urbanas y rurales, comparativamente es más preocupante. Han aparecido nuevas expresiones de violencia en estos últimos años: además de la tasa extremadamente alta de homicidios, asistimos a una explosión del crimen organizado manejando crecientes cuotas de poder económico, y por tanto, político.

¿Cuáles son las características de la cultura de la violencia?

Cultura de Violencia – ​La cultura de violencia es aquella en la cual la respuesta violenta ante los conflictos se ve como algo natural, normal e incluso como la única manera viable de hacer frente a los problemas y disputas. Algunas razones por las cuales surge es por el maltrato, la intolerancia, la falta de diálogo y el dejar que los conflictos se salden con violencia.

  1. En una cultura de violencia, los problemas no se solucionan pacíficamente.
  2. Se tiende a confundir los términos de agresividad y violencia, pero no son lo mismo.
  3. La agresividad según la RAE “Tendencia a actuar o responder violentamente”, es innata y natural del ser humano, es una defensa ante un peligro inminente, real o imaginario y hay que entenderla como algo positivo en cuanto que permite tener identidad propia.

En cambio, la violencia, según la RAE “Acción violenta o contra el natural modo de proceder”, se aprende, por lo tanto la podemos desaprender y cambiar por otros mecanismos, no destructivos, de resolución de conflictos. La violencia es un fenómeno social que afecta a todos los países del mundo, pero principalmente a los países subdesarrollados, ya que existan una mayor cantidad de conflictos que no se han podido solucionar y existe una desigualdad en la sociedad.

La cultura de un pueblo se define por las costumbres y convenciones sociales que mutuamente se han acordado y recogido en un texto constitucional, que define los derechos y obligaciones de los ciudadanos, así como la razón de ser del estado mismo, integrado por todos los ciudadanos quienes delegan en el grupo político, la facultad de administrar la cosa pública.

Guatemala ha sido uno de tantos países que ha sido golpeado por una guerra interna que ha contribuido a ensanchar la brecha entre ricos y pobres, así como a la fragmentación social. La cultura de violencia entonces la podemos interpretar como un conjunto de valores y antivalores, adoptados por una sociedad de forma coercitiva y reaccionaria, que obliga a las personas a evadir la responsabilidad de corregir su propia condición, fundamentada principalmente en la ley del más fuerte y la ausencia de principios éticos. Perceptiva de Genero vs Cultura de Violencia Género no es sinónimo de sexo y también de que no existen dos géneros a pesar de que mucha gente cree en el género femenino y el masculino. El sexismo estructura la sociedad en géneros, ya que todos los ámbitos de la vida tienen el carácter de un género u otro.

¿Cuáles son los efectos de la violencia en Guatemala?

Costos y Consecuencias a nivel individual y comunitario – La violencia contra mujeres y niñas acarrea costos –más allá del sufrimiento no visible y del impacto en su calidad de vida y bienestar- que incluyen aquellos costos que el sobreviviente y su familia deben asumir a nivel de salud (física o mental), trabajo y finanzas, así como el efecto que ello tiene en los niños.

Lesiones inmediatas como fracturas y hemorragias así como enfermedades físicas de larga duración (por ejemplo, enfermedades gastrointestinales, desórdenes del sistema nerviosos central, dolor crónico); enfermedades mentales como depresión, ansiedad, desórdenes de estrés post traumático, intento de suicidio; problemas sexuales y reproductivos como infecciones por transmisión sexual (incluyendo el VIH) y otras enfermedades crónicas; disfunciones sexuales; embarazos forzados o no deseados y abortos inseguros; riesgos en la salud materna y la salud fetal (especialmente en casos de abuso durante el embarazo) abuso de sustancias (incluyendo alcohol); habilidades deficientes para el funcionamiento social, aislamiento social y marginación. muerte de mujeres y de sus hijos (producto de negligencia, lesiones, riesgos asociados al embarazo, homicidio, suicidio y /o HIV y asociados al SIDA) pérdida de días laborales, baja productividad y bajos ingresos reducción o pérdida total de oportunidades educativas, laborales, sociales o de participación política; y desembolsos (a nivel individual, familiar y del presupuesto público) para sufragar servicios médicos, judiciales, sociales y de protección.

¿Cómo afecta la violencia a la sociedad guatemalteca?

Estadísticas – Los homicidios en Guatemala se incrementaron en un 7.19 % en los primeros 8 meses de 2021 en relación con el mismo periodo de 2020, según estadísticas oficiales divulgadas en septiembre pasado. El informe de las necropsias practicadas por el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif) da cuenta que entre enero y agosto pasado fueron asesinadas en el país 2 mil 592 personas, la mayoría con arma de fuego.

También lea: Hallan cadáver de un hombre, con heridas de arma blanca, en San Rafael Pie de La Cuesta, San Marcos En contraste, en los primeros ocho meses de 2020 murieron de forma violenta 2 mil 418 personas, por lo que este año se registró un incremento de 174 casos, que representa un ascenso del 7.19 %.

Según el Inacif, entre enero y agosto de 2020 fueron asesinadas 1 mil 570 personas con armas de fuego, mientras que en el mismo periodo de este año la cifra subió a 1 mil 692 víctimas fatales, es decir 122 casos más, lo que supuso un aumento del 7.7 %.

  • Las estadísticas precisan además que en ocho meses de 2020 fueron asesinadas 332 mujeres, pero en el mismo tiempo del 2021 se registraron 395 femicidios, lo que equivale a un incremento del 18.97 %.
  • También lea: Capturan a mujer y le incautan fusiles de asalto, municiones y una mira telescópica en operativo antipandillas Guatemala es, según organismos internacionales, uno de los 15 países más violentos del mundo y solo en la última década sumó más de 60 mil asesinatos, la mayoría de ellos perpetrados con arma de fuego.

Además, alrededor del 90 % de los homicidios que se han registrado en el país permanecen en la impunidad. Durante 2020 la nación centroamericana contabilizó 3 mil 500 homicidios, un 32.7 % menos en comparación con 2019 cuando se ejecutaron 4 mil 645 asesinatos, según los informes oficiales.

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¿Cómo se manifiesta una cultura de la violencia en la vida cotidiana?

Créditos de la imagen Melany Díaz. La violencia como parte de nuestra vida cotidiana. Es triste darle este nombre a un blog, es triste decir que la violencia forma parte de nuestra vida cotidiana cuando en realidad no debería de ser así. Vemos violencia cada dos metros de donde caminamos y a muchos les parece algo normal, es visto tan normal que muchas personas bromean con el hecho de saber diferenciar el sonido de los tiros con los juegos pirotécnicos, vaya chiste desagradable.

Diariamente se registran casos de racismos, discriminación, acoso, feminicidio, infanticidio, homicidios, violencia intrafamiliar, violencia psicológica, sexual, física y verbal, se registran casos de menores desaparecidos, se registran ataques a mano armada, se registran casos de mutilación y actos inhumanos contra personas inocentes, se registran violaciones y amenazas, se registran casos de secuestros.

Es triste, pero es más triste ver como muchas personas lo ven y se quedan paradas para solamente observar y no accionar, es triste ver que las personas solo dicen ” mejor no te metas ” en vez de decir ” Vamos! Tomemos su mano y luchemos a su lado. ” Es lamentable ver que esto sucede cada hora de nuestra existencia.

Cada día tengo que leer expedientes sobre violencia contra pequeños, contra mujeres y adolescentes, es triste sentir esa impotencia interior y saber que estás intentando luchar por esos nombres que aparecen en los expedientes, que estás luchando para que no aparezcan más nombres. Estás luchando, pero esas personas que solo se quedan viendo los actos de violencia sin hacer nada son como una especie de pesas en tus tobillos.

Así que a ti, a la persona que lucha cada día para mejorar el mundo gracias, gracias por seguir a pesar de tener pesas en los tobillos y dudar si seguir o no. Y a ti, a ti persona que te quedas viendo, cambia tu manera de pensar, cambia esa manera de decir “mejor no nos metamos ” que pueda que hoy haya sido esa persona la víctima pero tal vez mañana seas tú la víctima y vas a querer que te ayuden.

¿Cómo se clasifican los tipos de violencia?

Tipos de violencia – La violencia puede estar presente en cualquier ámbito; sea en el doméstico o en el público, el lugar de trabajo, la calle, el transporte público, el colegio, etc. Ante esto, todos tenemos la responsabilidad de romper el silencio y denunciar. Para ello es importante que aprendas a diferenciar los distintos tipos de violencia que existen para poder identificarlos.

Física: son todas las agresiones que atentan contra el cuerpo de una persona, ya sea a través de golpes, lanzamiento de objetos, encierro, sacudidas o estrujones, entre otras conductas que puedan ocasionar daños físicos.

Psicológica o emocional: es toda acción u omisión destinada a degradar o controlar las acciones, comportamientos, creencias y decisiones de otras personas por medio de intimidación, manipulación, amenaza, humillación, aislamiento, o cualquier conducta que implique un perjuicio en la salud psicológica. Este tipo de violencia es de las más comunes y naturalizadas de la sociedad, por lo que es necesario aprender a reconocerla y denunciar.

Sexual: en ella se incluyen todas las relaciones o actos sexuales, físicos o verbales, no deseados ni aceptados por la otra persona. La violencia sexual puede presentarse hacia hombres o mujeres utilizando la fuerza o la coacción física, psicológica o cualquier otro mecanismo que anule o limite la voluntad personal.

Económica: ocurre cuando se utiliza el dinero como un factor para dominar o establecer relaciones de poder perjudiciales. Este tipo de violencia se puede manifestar cuando a la persona se le quita el dinero que gana, se le impide gastarlo en beneficio suyo o de su familia, o se le niega el dinero para controlar su independencia. Todas estas formas de violencia son consideradas delito y son sancionadas por la ley.

De género: son los actos violentos contra una persona en razón de su sexo o preferencia sexual. En muchos casos, son actos que se ejercen contra las mujeres y están relacionados con el control que algunos hombres creen tener sobre ellas, generalmente, aprovechándose de condiciones de indefensión, desigualdad y poder. También puede ocurrir contra hombres que se salen del rol masculino culturalmente aceptado, por ejemplo en casos de violencia homofóbica o por conductas consideradas ‘femeninas’, como llorar o expresar sus sentimientos.

¿Cuáles son los 18 tipos de violencia?

Reportes de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) en materia de violencia, discriminación e igualdad indican que las mujeres son las más vulnerables a convertirse en víctimas en todos los ambientes donde se desenvuelven. En el Diagnóstico de la Violencia Contra las Mujeres a partir de la Ley Federal y de las Entidades Federativas, la CNDH identificó 18 tipos y modalidades de maltrato regulados en las leyes de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia.

El organismo reconoció los logros en materia legislativa para consolidar la erradicación de la violencia contra las mujeres, pero afirmó que hay modalidades emergentes de maltrato que no se encuentran previstas en la mayoría de las leyes de acceso. La Comisión Nacional de los Derechos Humanos detectó que no hay homogeneidad en los términos que se emplean para referirse a las circunstancias y ámbitos de desarrollo personal de la mujer que se ven afectados por la violencia, y sugirió homologarlos para distinguir con claridad las modalidades.

Estos 18 tipos de violencia identificados por la CNDH son: violencia sexual, sicológica o sicoemocional, física, patrimonial, económica, familiar o doméstica, en la comunidad o social, laboral, docente o escolar, institucional o de servidores públicos, violencia feminicida, obstétrica, de pareja o en el noviazgo, política, contra los derechos reproductivos, de género, moral y violencia mediática o publicitaria.

Alertó sobre el caso del estado de Durango, donde la violencia feminicida, a pesar de sus consecuencias sociales e implicaciones culturales, no está presente en la ley de acceso de la entidad. En su reporte, la comisión califica la violencia feminicida como “la manifestación más extrema que se puede presentar como violencia de género en contra de las mujeres”.

Por ello sugirió que la violencia feminicida se incluya en todas las regulaciones y se considere responsable al Estado en caso de cumplir con su deber de prevenir, erradicar, investigar y sancionar las agresiones en contra de las mujeres. La CNDH sugirió que en todas las legislaciones se especifiquen los riesgos a los que se encuentran expuestas las mujeres indígenas, las migrantes y las que presentan alguna discapacidad.

¿Cuáles son las causas principales de la violencia?

¿Cómo prevenir la violencia? – La agresividad y la violencia son conceptos diferentes, aunque se suelen emplear como sinónimos, La agresividad es un rasgo biológico del ser humano, natural por su esencia animal y que emplea como método de supervivencia.

La violencia es producto de la evolución cultural, donde se moldea al individuo desde el aprendizaje y desde los hábitos violentos. No es una enfermedad. Por lo tanto, para revertirla o solucionarla es necesario un cambio cultural y educativo, Otra manera en que las sociedades pueden prevenir la violencia es mediante la reducción de ciertos factores de riesgo, por ejemplo, el alcoholismo, la drogadicción, las armas de fuego, la desigualdad económica y de género,

Esta prevención se puede llevar a cabo, por ejemplo, con acciones por parte del Estado (políticas sociales y económicas, de la salud y de contención), con una educación que aplique programas escolares de prevención que garanticen el respeto y la igualdad, entre otros.

¿Cuáles son las consecuencias de la violencia cultural?

Daños a la estructura social: instituciones y gobierno; daños a la cultura social: ley y orden, derechos humanos. Mundo Daños materiales a la infraestructura: interrupción del comercio e intercambio internacional Daños a la estructura mundial; daños a la cultura mundial.

¿Cómo es que la cultura influye en la violencia?

Existe, lo vemos todos los días, está enraizada en los patrones de crianza, en el sistema patriarcal, en los factores socioculturales: la violencia contra las mujeres es real y también se acepta algo como natural en nuestra sociedad misógina y machista. Una violencia que se ejerce a todo nivel, que es ilimitada y que no sorprende. Que no asombra, no indigna, no encoleriza. La cultura de la violencia de género tiene sus cuñas en los estereotipos, en las religiones creadas para oprimirla, en una educación patriarcal, en un sistema que invisibiliza a la mujer como ser humano y la denigra constantemente: que la abusa en sus derechos y la excluye de la justicia.

Esa cultura que va desde la negación a los derechos laborales, a la igualdad social, al aborto. A la educación, salud, progreso. Que a la víctima la revictimiza, que al victimario lo aplaude por macho alfa. Normas establecidas que tienen que ver con la doble moral, hipocresía, miedo y el vivir de apariencias.

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Razones por las cuales no se denuncian los abusos emocionales, físicos, sexuales y en consecuencia los feminicidios. Y cuando una víctima se atreve a denunciar resulta siendo juzgada por la sociedad que la acusa de culpable. Ni qué decir de un sistema de justicia que la sentencia y deshonra acusándola de mentirosa, dejando libre al agresor.

Mismo agresor que en venganza va y la asesina en los terribles e innumerables feminicidios que a ninguna sociedad importan. La cultura de la violación sexual, también naturalizada que como toda respuesta nos dice: es mujer. Es mujer no pasa nada, es tan solo una mujer: un objeto, un rastrojo, una esclava.

Esa cultura que va desde la asignación de roles, colores. Que nos dice cómo debemos pensar, cómo comportarnos, qué sí y qué no hacer conforme a nuestro género. Y que si nos salimos de la norma entonces lo que nos suceda es completamente nuestra culpa. Aún viviendo bajo los parámetros marcados por el patriarcado también nos acusa y nos culpa.

A nivel mundial la existencia de leyes que esclavizan a la mujer. La cultura de la violencia de género que nos dice que las mujeres somos el sexo débil, que no podemos practicar deportes asignados para hombres, que no podemos ejercer profesiones u oficios que milenariamente han sido asignados a hombres.

Que nos dice que nuestro rol en la vida es el de ser madres, limpiar la casa y cuidar de nuestros hijos. Satisfacer sexualmente a nuestros hombres. Vivir para ellos. ¡Y pobre de la que decida salir de la norma y amar a otra mujer! Porque se le denigra, se le golpea, se le viola y asesina.

¿Qué conductas constituyen violencia hacia los seres humanos?

En el intento por definir un concepto como violencia, son muchos los autores que han buscado el camino de diferenciación conceptual de un término de tal envergadura y complejidad, y nos encontramos con variadas acotaciones, planteadas desde diversas disciplinas: sociología, antropología, derecho, filosofía, ciencias políticas, psicología y psicoanálisis, entre otras.

A este respecto González, 1 en una completa investigación teórica, dirá que la violencia puede ser pensada como un concepto histórico y que en toda su trayectoria como fenómeno estudiado no es posible atribuir la consecución de su definición unívoca desde alguna disciplina específica, más bien lo que se ha logrado es la superposición de perspectivas teóricas, que infructuosamente han tratado de capturar o explicar en un concepto dicho fenómeno.

Con base en ello, dicho autor refiere que esta realidad, “brota de muy diversos procesos sociales, y aún hoy no se resigna a quedar constreñido en categorías precisas y coherentes”.2 También Elsa Blair menciona la gran dificultad para definirla y la falta de acuerdo entre los autores, toda vez que son varias las disciplinas académicas que tienen que ver con un concepto de estas características y complejidad.3 De esta manera, comparte a su vez con Sémelin la idea de que quien hable de violencia debe aclarar primero qué entiende por ésta.4 Asimismo, desde el punto de vista empírico en el área de la salud mental y su relación con la violencia, Harris, Oakley y Picchioni encuentran en su investigación que las múltiples facetas de la violencia esbozadas en los cuestionarios que han pretendido medirla, como es el caso de los trabajos de Orue y Calvete, 5 Fernández, Trianes, De la Morena, Escobar, Infante y Blanca, 6 así como los trabajos de Peiró, 7 en términos de comportamientos violentos, se diluyen en su misma multiplicidad, sin alcanzar tal definición o claridad.8 Realicemos entonces un recorrido conceptual por el termino violencia, con la intención de derivar en uno de los escenarios de su manifestación en la contemporaneidad: el espacio educativo, donde particulares y múltiples características le acompañan igualmente, pero donde se denota la necesidad de clarificar que este es un espacio de aprendizaje que convive permanentemente con manifestaciones de lo violento mismo.

¿Cómo afecta la violencia a la Cultura?

Existe, lo vemos todos los días, está enraizada en los patrones de crianza, en el sistema patriarcal, en los factores socioculturales: la violencia contra las mujeres es real y también se acepta algo como natural en nuestra sociedad misógina y machista. Una violencia que se ejerce a todo nivel, que es ilimitada y que no sorprende. Que no asombra, no indigna, no encoleriza. La cultura de la violencia de género tiene sus cuñas en los estereotipos, en las religiones creadas para oprimirla, en una educación patriarcal, en un sistema que invisibiliza a la mujer como ser humano y la denigra constantemente: que la abusa en sus derechos y la excluye de la justicia.

Esa cultura que va desde la negación a los derechos laborales, a la igualdad social, al aborto. A la educación, salud, progreso. Que a la víctima la revictimiza, que al victimario lo aplaude por macho alfa. Normas establecidas que tienen que ver con la doble moral, hipocresía, miedo y el vivir de apariencias.

Razones por las cuales no se denuncian los abusos emocionales, físicos, sexuales y en consecuencia los feminicidios. Y cuando una víctima se atreve a denunciar resulta siendo juzgada por la sociedad que la acusa de culpable. Ni qué decir de un sistema de justicia que la sentencia y deshonra acusándola de mentirosa, dejando libre al agresor.

Mismo agresor que en venganza va y la asesina en los terribles e innumerables feminicidios que a ninguna sociedad importan. La cultura de la violación sexual, también naturalizada que como toda respuesta nos dice: es mujer. Es mujer no pasa nada, es tan solo una mujer: un objeto, un rastrojo, una esclava.

Esa cultura que va desde la asignación de roles, colores. Que nos dice cómo debemos pensar, cómo comportarnos, qué sí y qué no hacer conforme a nuestro género. Y que si nos salimos de la norma entonces lo que nos suceda es completamente nuestra culpa. Aún viviendo bajo los parámetros marcados por el patriarcado también nos acusa y nos culpa.

A nivel mundial la existencia de leyes que esclavizan a la mujer. La cultura de la violencia de género que nos dice que las mujeres somos el sexo débil, que no podemos practicar deportes asignados para hombres, que no podemos ejercer profesiones u oficios que milenariamente han sido asignados a hombres.

Que nos dice que nuestro rol en la vida es el de ser madres, limpiar la casa y cuidar de nuestros hijos. Satisfacer sexualmente a nuestros hombres. Vivir para ellos. ¡Y pobre de la que decida salir de la norma y amar a otra mujer! Porque se le denigra, se le golpea, se le viola y asesina.

¿Qué es la cultura de paz en Guatemala?

La Cultura de paz consiste en una serie de valores, actitudes y comportamientos, que rechazan la violencia y previenen los conflictos, tratando de solucionar los problemas mediante el diálogo y la negociación entre las personas y las naciones, teniendo en cuenta un punto muy importante que son los derechos humanos,

¿Cómo vivir en una cultura de paz y no violencia?

A lo largo de los últimos seis años, el Movimiento por la Paz -MPDL- Cantabria ha llevado a cabo un buen número de acciones formativas en materia de Cultura de Paz, Uno de nuestros objetivos es capacitar agentes clave para que impulsen procesos de mejora de la convivencia en sus espacios de trabajo y en su vida cotidiana.

Existen muchas aportaciones desde diferentes organismos internacionales sobre el significado de la Cultura de Paz, La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó en el año 1999 la “Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura de Paz”, en la que afirma que la forman todos los valores, comportamientos, actitudes, prácticas, sentimientos y creencias que acaban conformando la paz.

De este modo, en nuestro trabajo por la promoción de la Cultura de Paz, incidimos de forma transversal sobre cinco ejes: desarrollo sostenible, igualdad de género, diversidad cultural, lucha contra la pobreza y Derechos Humanos, Además, visibilizamos que el equilibrio que permite que exista paz se ve muy a menudo comprometido por la existencia de las violencias directa, estructural y cultural.

En términos generales, entendemos por violencia toda actitud o comportamiento que constituye una violación o una privación al ser humano de algo que le es esencial como persona (integridad física, psíquica o moral; derechos, libertades). El Movimiento por la Paz trabaja con la convicción de que es posible enseñar, aprender y practicar las habilidades y competencias para transitar el camino de vivir en paz, cooperando con las demás personas, sin miedo y sin violencia.

Este es el espíritu que ha acompañado el desarrollo del curso Agentes de dinamización del diálogo intercultural que hemos desarrollado entre el 8 y el 12 de julio en Torrelavega, Cantabria. Educar para una Cultura de Paz es favorecer un desarrollo humano sostenible, en el nivel individual, comunitario e internacional.

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